Antonio Rojano: «Pienso que los mejores autores apenas se conocen y que los mejores textos siguen estando en el interior de muchos cajones»
¿Cómo surge el proyecto de Ascensión y caída de Mónica Seles?…
El origen de este trabajo está en el encuentro que a comienzos de año tuve con Rocío Marín. Ella me contactó tras haber leído algunas de mis obras y expresó el deseo de trabajar como actriz en uno de mis textos. Pero buscaba un texto singular, para dos actrices y que se pudiera estrenar en un espacio como La Casa de la Portera. Mis textos suelen exceder estos límites, son obras de múltiples espacios y personajes, así que por la seriedad de su propuesta y por las ganas que me transmitió decidí escribir algo expresamente con estas condiciones. Un texto que entonces estaba germinando en mi cabeza.
¿Hiciste algún tipo de búsqueda o documentación sobre el tema antes de empezar a escribir?…
No realicé una búsqueda concreta. El texto es sencillo en cuanto a su concepción. Recoge el espíritu del tiempo en el que vivimos. El goteo constante de informaciones trágicas que está dejando la crisis es un hecho que ya hemos interiorizado todos. Sólo tenía que dejar salir esos discursos, el del rico y el del pobre, los poderosos contra los necesitados…
¿Cómo ha sido el proceso de escritura del texto?¿Ha cambiado tu visión del texto a partir de la lectura hecha en la puesta en escena?…
Yo considero que hay tantos tipos de textos como procesos de escritura. En este caso, ha sido un texto que he enfrentado sabiendo a ciencia cierta cuál era el reparto, el director e incluso el espacio en que sería estrenado. Esto no suele ser lo habitual. Ha sido un texto que recoge parte de mi oficio como autor pero también tiene en cuenta quién encarnará las palabras o los lugares en que serán dichas. Es un texto que me pertenece y a la vez no, porque desde el comienzo tiene en cuenta al otro. Incluso al espectador. Normalmente no suelo trabajar así. Suelo escribir en la soledad de mi escritorio, trabajando en textos y mundos que exceden lo teatral, en muchos casos. Me gusta escribir sin tantos límites, pero también la libertad, a la larga, resulta agotadora. Cuando me enfrenté a este texto venía de escribir una obra muy compleja, llamada La ciudad oscura, y necesitaba airearme. Volver a enfrentarme a los límites del teatro. Enfrentarme a la realidad del escenario y divertirme. El proceso ha estado marcado también por las percepciones del director y las actrices. Tras cada lectura que hacíamos, tras cada ensayo, hemos seguido trabajando en él y cambiándolo a nuestro gusto. Cuando esto pasa, uno descubre que el texto es algo vivo que puede ir cambiando y mutando para mantener su autonomía, más allá del autor. La lectura de Víctor a la hora de dirigir el texto es complementaria al sentido que tiene lo escrito, sumando nuevos significados y matices que yo ni siquiera me había planteado desde la escritura. Esto es lo bello del teatro. Ha sido un proceso muy revelador e interesante.
Opinas como algunos autores que no hay que publicar un texto hasta verlo estrenado…
Pienso que los textos teatrales son organismos vivos y nunca definitivos. El texto mejorará tras una puesta en escena, pero depende mucho también de quién sea el director. Antes y después de ser estrenado será un texto diferente, pero cada puesta en escena, del mismo modo, también lo será. Me gusta tanto publicar antes o después. Un texto teatral leído funciona a un nivel diferente al de una puesta en escena y puede conservar y disfrutar de ciertas «taras» literarias que en cambio no funcionan sobre el escenario.
¿Qué balances haces de tus últimos trabajos como autor en teatro?…
El año 2014 está siendo muy positivo. Tras un par de años fuera, he vuelto a Madrid con ganas de enrolarme en varios proyectos a la vez. Algunos de escritura y otros de textos ya escritos que han podido estrenarse. Katiuskas, recientemente, ha podido verse en Fringe14 y es un work-in-progress que está desarrollando Paco Montes con las actrices de su laboratorio de interpretación. Lo que vimos no es más que la punta del iceberg de algo que posiblemente en otoño se muestre definitivamente como un montaje. Ascensión y caída… ha sido un ejercicio de trabajo de compañía y estoy muy contento porque el público está reaccionando muy bien. Creo que la conclusión que saco tras cada estreno es que, sea como sea, cada una de estas experiencias cerca del escenario me harán mejor autor.
¿Cómo ves la autoría teatral en estos momentos en nuestro país?…
Creo, como muchos, que se está viviendo una especie de edad dorada de la escritura. Desde hace unos tres años hay una explosión de creadores y de compañías que, ante la negativa de lo establecido, están desarrollando sus propios trabajos libremente. Esto da una riqueza enorme a «lo que vemos». Aunque no podemos quedarnos sólo ahí, en lo que llega, porque también creo, sinceramente, que lo que llega a los escenarios es, en muchos casos, lo más sencillo. O lo más «estrenable». Adoro leer teatro. Compartir textos con mis compañeros. Pienso que los mejores autores apenas se conocen y que los mejores textos siguen estando en el interior de muchos cajones.
¿Cómo crees que está afectando la subida del I.V.A. y los recortes al teatro?…
Está afectando y es una pésima noticia. Las entradas de teatro alcanzan un coste enorme. El público desciende. Las compañías trabajan en condiciones precarias y por amor al arte. Hacemos teatro porque es lo que nos gusta, pero si pensamos en la realidad de nuestra profesión y en el abandono de las instituciones, cada día hacer teatro es más difícil. Tal vez eso es lo que desean.
¿Qué sentido ha de tener el teatro hoy?…
El mismo sentido de siempre. Comunicarse y entrar en debate con tu tiempo. El teatro es el lugar para que las cuestiones y dificultades de una época entren en discusión, con la ayuda del público. Para eso lo hacemos. Además, si nos divertimos, mucho mejor. No hay que renunciar al entretenimiento.
Alguna sugerencia para crear en tiempos de crisis…
No pensar. No razonar. Si pensamos con la lógica del burócrata, estamos perdidos. Hay que dejarse arrastrar por el amor a lo que uno hace y por la sinrazón. Hay algo de soñar despiertos, de creernos más de lo que somos, de imaginar que habrá alguien, al menos una persona entre esa audiencia, a la que le emocionará aquello que queremos contar.
¿Qué obra de teatro has visto últimamente?¿Qué te pareció?…
La última obra que he visto se llama Refugio. Es una obra muy interesante que juega con los terrores de tres mujeres que se reencuentran años después de la muerte de una amiga. El texto ha partido del imaginario de sus actrices y, además de divertida, guarda un misterio que se irá desvelando lentamente. Estarán hasta final de julio en La puerta estrecha. También me gustaría recordar dos obras que he visto estos últimos meses: Un hombre con gafas de pasta de Jordi Casanovas es un montaje enorme que pervierte los géneros con la maestría ya conocida en su autor. También, un monólogo, Veranillo de un minuto de Leyre Abadía, un viaje emocionante a través de la vida de tres mujeres para no perderse. Creo que ambas volverán tras el mes de agosto.
¿Proyectos?…
Por ahora no se pueden revelar, pero espero que estos montajes que han comenzado su viaje antes del verano sigan teniendo vida después de él. Además, en cuanto a escritura, debo entregar el texto definitivo de Laboratorio de Escritura Teatral de la Fundación SGAE que se llamará Hombres que escriben en habitaciones pequeñas.
Fantasmas en verano
El verano no parece la época más propicia para que se llene la casa de fantasmas, siempre nos imaginamos que estos seres aparecen en noches de invierno, de luna llena y con mucha niebla. Pero los tiempos cambian y ahora hay fantasmas a cualquier hora y en todas partes; debe estar lleno el otro lado y no hacen más que visitarnos con cualquier excusa. La otra noche tomé ración doble de fantasmas y me provocaron risas, emoción y algo de vértigo…los lugares donde hicieron acto de presencia fueron La casa de la portera y La pensión de las pulgas, sitios emblemáticos llenos de energías peculiares…
Ascensión y caída de Mónica Seles de Antonio Rojano es un partido paranormal en el que la pelota de tenis nos lleva al esplendor del personaje y también a su declive. La pieza está estructurada como si fuesen los tiempos donde realizan el pulso los personajes para ver quién gana cada set-escena, las palabras del árbitro en off nos vamos indicando el cambio de lugar para sumergirnos en la mente de la tenista antes de dar un golpe a la pelota o en otros momentos donde nos encontramos espejismos fruto de la fiebre del éxito o fracaso de Mónica Seles. Víctor Velasco dirige de manera sencilla y efectiva esta peculiar mirada a la privacidad de un personaje que captó la atención mundial durante un tiempo y para narrar esos retazos de vida y memoria, hay dos actrices: Nerea Moreno y Rocío Marín que juegan a los cambios interpretativos con destreza y efectividad, haciéndonos creer así en las múltiples realidades que pueden existir en nuestro mundo.
Yernos que aman de Abel Zamora en La Pensión de las pulgas es un collage enloquecido en el que las mujeres están atrapadas en un mundo donde la emoción se ha quedado en pause. Da la impresión de que mueven los hilos de un guiñol roto y a pesar de esto, intentan una y otra vez dar al play de su corazón pero no consiguen que los hombres cambien la figura que necesitan sea proyectada sobre el día a día que comparten. Hay una madre que quiere volver a ser niña y un muerto que quiere volver a bailar…y un hada que no está dispuesta a conceder deseos banales. Esta obra arranca con cierta perplejidad porque no queda claro a dónde nos conducen los pasillos del lugar, pero poco a poco, las piezas empezarán a encajar y al final uno se reconoce en alguna vieja foto del álbum que hay escondido al fondo del armario. El reparto es de lujo…Marta Belenguer, Juan Caballero, Manolo Caro, Mamen García, Emilio Gavira, María Maroto, David Matarín, Mentxu Romero, Ramón Villegas y el propio Abel Zamora.
Adolfo Simón
Octubre en La casa de la portera
La casa de la portera es adictiva, no hay semana del mes en que uno no deba acercarse al indómito lugar para disfrutar de uno de sus barracones de monstruos deliciosos. Este mes siguen en cartel Secundario, Animal, La visita, Por un infierno sin fronteras y Cerda. En estos días se han estrenado dos nuevas piezas exquisitas. Ustedes perdonen con puesta en escena y dramaturgia de varios textos a cargo de Salva Bolta. Esta obra nos introduce en un mundo de seres extraños y sofisticados que disfrutan del mal como si fuese un bizcocho familiar. Para llevar a cabo este menú loco un grupo de actores en estado de gracia: Natalie Pinot, Ángel Burgos, Rocío Marín y Juanan Lumbreras. La otra pieza que se ha presentado es una propuesta de danza-teatro…Por fin baila la casa!!!. Este trabajo no debe perdérselo nadie que ame la danza y el teatro porque de ambas disciplinas hay mucho y bueno. Cenizas, que así se llama, reúne de nuevo en escena a Chevi Muraday y Alberto Velasco. Cuando le hacen viajar a uno desde la butaca a paraísos de dolor y belleza es difícil explicar o describir lo que se ve, es más sencillo hablar de lo que se siente…De cómo nos congela la respiración un personaje que se funde con el brillo de un tenedor o dialoga con un jarrón chino mientras se habla de tortilla de patatas y se salta por las paredes, entre hormigas lumínicas que surcan el techo. Hay que ir a La casa de la portera una vez a la semana al menos, como íbamos a misa, a recibir la sagrada forma y la hostia en el alma.
Adolfo Simón
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