¿Cómo fueron tus inicios en el diseño escenográfico?…
Me resulta muy extraño oír esta pregunta formalizada en pasado. Los años pasan para tod@s, pero, creo que afortunadamente, sigo considerándome una principiante. Alguien que está “empezando”; aunque lleve más de 20 años en la profesión… Bromas aparte, lo que atrajo a la frustrada alumna de arquitectura que era entonces, fue precisamente el carácter efímero del diseño escenográfico; y la posibilidad que brindaba de realizar un trabajo conceptual que, de alguna forma, “siempre queda inacabado”, pero que al mismo tiempo, y paradójicamente, es muy concreto, artesanal y definido por plazos estrictos.
En plena crisis personal, toparme con el Curso experimental de Escenografía que se ofertaba en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid fue providencial. Los compañeros de un Taller de Maquinaría Teatral en el que participaba en la Sala Cuarta Pared, me informaron de la existencia de la convocatoria de sus primeras pruebas de acceso. Sin mucho pensarlo, me presenté al examen, y entré en la RESAD. Allí pronto tuve oportunidad de explorar, y de diseñar escenografías, con y para mis compañeros y profesores. Fue en el año 92. No he salido de allí: Primero como alumna de Escenografía, luego de la carrera de Dirección de escena, y más tarde como docente, siento mi trayectoria como parte de un contínuum fluido.

¿Lo has compatibilizado con otros trabajos?
Claro. Sobre todo he dado clases de espacio escénico. Pienso que mi verdadera vocación es la investigación. Tampoco veo mucha diferencia entre la enseñanza y diseñar: son sólo formas de “hacerse preguntas” y de trabajar con “gente”… Me acerco a los distintos medios con igual curiosidad y respeto, e intento integrarme en las estructuras de producción en las que he tenido la suerte de participar, con idéntico compromiso personal: Siempre abierta. La experiencia en el medio teatral, por ejemplo, me ha sido muy útil en mis incursiones en el diseño publicitario, e incluso en el interiorismo. Y a la inversa… Así se aprende mucho.
¿Qué balance harías sobre tu trayectoria?
Creo que soy afortunada, y más en los tiempos que corren, por encontrar un campo tan mutante en el que desarrollar mi creatividad, y mi vida… Un medio que exige una reinvención constante, y que ayuda a prepararse para los cambios y las crisis que llegan con el tiempo… Quizás en su momento, parecía una locura dedicarse a la experimentación pedagógica y al diseño teatral. Sin embargo, su inestabilidad me ha instruido para las “no muy favorables” condiciones de hoy, y me permite mantener la esperanza de seguir adelante también ahora; apoyándome en la satisfacción de hacer algo con lo que disfruto. Más allá de reconocimientos externos.
¿Cómo surgió tu participación en La Rendición? ¿Qué has querido proponer desde el espacio?
Trabajar en el espacio escénico de La Rendición ha sido una muestra de esas oportunidades de disfrute que se pueden obtener en las ocasiones imprevistas. Un verdadero regalo que empezó como un encargo, casi un reto: el lanzado por el CDN al proponerme diseñar una escenografía sostenible para las tres obras programadas como parte del Ciclo de la novela al teatro, en la pequeña Sala de la Princesa del María Guerrero. Creo que no se había hecho algo similar antes, y ha sido un privilegio que se acordaran de mí.
Incluir La Rendición en esa propuesta global parecía complejo: Una puesta en escena ya estrenada exitosamente en el Microteatro, y que partía de un proyecto muy personal impulsado por la adaptadora del texto, Isabelle Stoffel, que también lo interpretaba. Había un importante cambio de escala y la dificultad de integrarse en un equipo ya constituido; sin embargo, la relación con Isabelle y con su director, Sigfrid Monleón, fue desde el primer momento muy fluida, y pronto encontramos, tanto Pilar Velasco, la iluminadora de todo el ciclo, como yo, nexos a partir de los cuales desarrollar el aspecto espiritual, casi místico, de una temática aparentemente muy profana. Remitir a un “espacio sagrado”, íntimo y público al mismo tiempo, fue la propuesta principal del espacio.

¿Cómo te surgieron las ideas para este proyecto? ¿Cuánto margen tuviste para crear durante el proceso?
A lo largo de todo el Ciclo, medio en serio, medio en broma, hablamos de “milagros” y “sincronías”: Las distintas influencias se conectaban con una sencillez que a veces asustaba. Como el punto de partida era aprovechar “a favor” las características de la Sala de la Princesa, y las condiciones materiales del proyecto, nunca sentí que se coartara mi libertad creativa. Además, contábamos con el apoyo del gran equipo técnico del María Guerrero, y la forma casi circular de La Princesa y la cercanía al espectador ayudaban a crear la atmósfera buscada: envolvente e inmersiva. Similar a la de los teatros anatómicos del Renacimiento italiano, y dotada de la cualidad casi táctil y sensorial característica de la arquitectura oriental, que lo emparentaba con un “espacio sagrado”.
Incluso las columnas con las que está salpicada la sala eran perfectas para remitir en esta ocasión, al ábside de un templo cristiano o al interior de una estupa budista. Rodeadas de nuestros biombos-bastidores traslúcidos, sólo tuvimos que pintarlas de los colores “adecuados”. Y estos aparecieron en una de las primeras reuniones con Sigfrid e Isabelle: En ella me contaron como Toni Benley, la autora del libro en el que está basada la obra, tenía su dormitorio enteramente pintado de dorado por el misterioso amante protagonista. Me pareció que usar el tópico del oro y el rojo púrpura podía ser interesante para crear una “sala relicario”, contenedora de memorias y recuerdos fetichizados; materializables gracias a sombras. A ambos le encantó la idea. Que Toni se emocionara cuando asistió al estreno fue un honor añadido, pero para conseguir el ambiente buscado fue decisivo que la iluminadora no sólo no se asustara ante la propuesta, sino que muy al contrario la alentara, e insistiera en las posibilidades de experimentar con la luz sobre dichas texturas. Busqué el material adecuado, e hice muchas pruebas y experimentos: añadir pan de oro al washi (papel tradicional japonés) fue un gran hallazgo… Bajo la delicada iluminación de Pilar Velasco tiene un comportamiento casi mágico.
¿En qué proyectos has participado durante el último año?
Desde mis tiempos como estudiante de escenografía, no había tenido una actividad escénica tan frenética y estimulante como la de este año. A pesar de la crisis, o quizás precisamente por ella, se están haciendo cosas… Por supuesto, no todas llegan al público, y muchas cuentan con muy pocos recursos económicos. Pero la implicación y las ganas que ponen los equipos, a veces consiguen compensar lo exiguo de las partidas presupuestarias.
Entre los que llegaron a puerto, además del espacio para La Rendición, he diseñado para el mismo ciclo del CDN, la escenografía de Atlas de geografía humana de Almudena Grandes, dirigida por Juafra Rodríguez; he colaborado con la creación de las marionetas para los audiovisuales de Los cuentos enchufados que Christina Rosenvinge presentó en la programación infantil del Día de la música del Matadero, y he participado como coordinadora del diseño del espacio escénico del Don Juan Tenorio dirigido por César Barló en el Campo de Cebada de la Plaza de la Latina.
¿Qué proyectos tienes entre manos?
Ahora estamos sumergidos en los ensayos de la última obra del ciclo del CDN: Kafka enamorado. Está siendo muy interesante, porque José Pascual, su director, lo está planteando como un trabajo en proceso, con todo el equipo implicado en los ensayos. Incluyendo el autor del texto, Luis Araujo… Se estrena a mediados de marzo.
Para después, estoy involucrada en un par de proyectos promovidos por jóvenes directores. Casualmente, ambos parten de ideas de creación y autoría colectiva; así que, de distinta forma, seguiré en la misma línea. No puedo adelantar mucho, porque aún no están del todo en marcha, y no quiero gafarlos.
Lo que si he hecho ya, es matricularme en un Máster en Redes Sociales y Aprendizaje Digital. Me gustaría, gracias a él, relacionar las estructuras horizontales de aprendizaje cooperativo que se desarrollan en las redes sociales, con mis clases de Pedagogía Teatral en la RESAD y con la práctica creativa en el teatro. Investigar sobre esto, es mi próximo gran proyecto personal. A ver si consigo encauzarlo…
¿Crees que los recortes y el aumento del I.V.A. van a afectar a los proyectos de teatro?
Los recortes y la subida del I.V.A. no sólo afectarán, sino que ya están afectando al teatro… Como el resto de las consecuencias de la crisis sistémica que nos asola. Lo hacen a la sociedad en su conjunto y a los proyectos vitales de todos sus ciudadanos, así que no podemos pretender permanecer en una isla. El teatro, como el resto de la cultura, forma, y debe formar parte, de la colectividad. En lo bueno y en lo malo… Únicamente espero que no sólo lleguen los aspectos más negativos. Quiero ser optimista, y tengo fe en que las transformaciones también pueden traer cosas buenas: Nuevas formas de trabajar, de vivir y de desarrollar la creatividad… Algo se atisba en las redes sociales y en las asambleas ciudadanas. Desgraciadamente, como en tantos otros aspectos, parece que siempre son los más débiles los más perjudicados, y muchas de esas esperanzas están viéndose frustradas.

¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado? ¿Por qué?
Como dije antes, creo que se están haciendo cosas interesantes y diversas. Me cuesta elegir; pero ya que tengo que hacerlo, voy a seleccionar dos que destacaron por la ambición de sus “dimensiones” y, cada una a su manera, por su riesgo. Sobre todo en el “espacio”. Ya que no se desarrollaron en ámbitos escénicos convencionales.
La primera, y aunque puede estar mal destacarlo aquí, porque participé de alguna manera en ella, es el Don Juan Tenorio 2012 del Campo de la Cebada. Pero mi colaboración como coordinadora de espacio, fue lo suficientemente despegada, como para poder valorarlo como espectadora… Me interesó la utilización de un lugar público y al aire libre, para contar una historia a través de un recorrido físico que lo vinculaba con la arquitectura pre-existente. El intento de recuperar un ritual de encuentro comunitario por medio de un texto muy popular y tradicionalmente asociado a un momento del año, la relación con el barrio en su fase de ensayos y construcción, y fundamentalmente la ilusión puesta por un equipo enorme que trabajó sin ningún tipo de contrapartida económica, pero con gran profesionalidad y dedicación. El propio proceso fue un ejemplo de cómo se puede trabajar en red, en comunidad, y ejemplifica que, como decía su director César Barló, repartiendo el trabajo y aunando voluntades, pueden hacerse grandes cosas con pocos medios económicos.
La otra propuesta está en las antípodas como producción; ya que fue una de las más costosas del año: aproximadamente un millón de euros. También se pensó para una estructura espacial poco frecuente: circular completa. Juego de cartas 1: Picas, de Robert Lepage, en el Teatro Circo Price de Madrid, fue muy criticada desde ciertos sectores. En general, puede ser comprensible no “ver bien” que, en una época como la actual, se inviertan tantos recursos en una obra que para su estreno mundial, llevado a cabo en España, ni siquiera estaba “acabada”… Sin embargo, si lo analizamos como parte de una producción en proceso, en la que salas de más de 13 países de todo el mundo, se han unido para fomentar la experimentación teatral y crear la Red de espacios circulares 360º, adquiere otra perspectiva. Esa es la mía.
¿Alguna sugerencia para seguir creando en tiempos de crisis?…
Bueno te diré lo que suelo recomendar a mis alumnos: Creo que no hay que perder la esperanza y las ilusiones. No hay que ser impaciente, ni dejarse llevar por el desaliento. Me parece que romper la mediocridad gris de la depresión social y resistir a la tiranía de los apremios es una forma de rebeldía.
Pero es difícil: Las cambios importantes llevan su tiempo, y ahora podemos estar en uno de dimensiones enormes. Mientras ocurren, “hay que seguir comiendo”, así que la mayoría estamos abocados a hacer un arte de trincheras y resistencia… Supongo que hay que cambiar de prioridades. Estoy muy orgullosa de que muchos de mis antiguos y nuevos alumnos, ahora convertidos en compañeros y maestros, sean mis guías para este viaje. El punto de vista de la gente más joven, me está ayudando a asumir las difíciles transformaciones que el nuevo paradigma cultural obliga a hacer; con su capacidad de adaptación y flexibilidad, su generosidad y su sentido del colectivo y la comunidad… Sólo instalados en la cultura de lo que está por venir y evolucionar, se puede valorar positivamente lo que nos está tocando vivir: la crisis, la decadencia, lo inacabado, lo mudable e incompleto; y podremos encontrar la belleza y el disfrute en las cosas no convencionales, sencillas, algo toscas e imperfectas. Ya que sólo dando importancia lo que tenemos cerca y dentro, podremos alcanzar las cotas más altas y lejanas; personales y profesionales. Como dice David Lynch en Atrapa el pez dorado: Las ideas son como peces. Si quieres pescar pececitos, puedes permanecer en aguas poco profundas. Pero si quieres pescar un gran pez dorado, tienes que adentrarte en aguas más profundas. En las profundidades, los peces son más poderosos y puros. Son enormes y abstractos. Y muy bellos.
Desgraciada, o afortunadamente, nos hemos quedado casi sin “pececitos”… Así que no nos queda otro remedio que buscar nuevos caladeros, aún por explorar. Para mí, la sistematización de un trabajo procesual, la búsqueda de una metodología que te permita trabajar en equipo y la aceptación de lo inevitable, sólo es una forma de ayudar a zambullirnos más al fondo, en busca de ese gran pez. Esperemos no ahogarnos en el camino.

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13 de febrero de 2013 | Categorías: ENTREVISTAS | Tags: "TEATRO CIRCO PRICE", Almudena Grandes, Atlas de Geografía Humana, Atrapa el pez dorado, César Barló, Christina Rosenvinge, Ciclo de la Novela al Teatro, David Lynch, Día de la música del Matadero, Don Juan Tenorio, Isabelle Stoffel, José Pascual, Juafra Rodríguez, Juego de cartas 1: Picas, Kafka enamorado, La rendición, Los cuentos enchufados, Luis Araujo, MARIA GUERRERO, Máster en Redes Sociales y Aprendizaje Digital, Microteatro, Pilar Velasco, Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, Renacimiento italiano, RESAD, robert lepage, SALA CUARTA PARED, Sala de la Princesa, Sigfrid Monleón, Taller de Maquinaría Teatral, Toni Benley | Deja un comentario
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