¿Cómo fueron vuestros inicios en el teatro?
Fue nuestro tío, el director de escena Eduardo Bazo, quién nos inoculó el virus
del teatro. Fue él quien nos puso en contacto con el teatro desde niños, cuando
íbamos a ver los montajes que hacía para compañías canarias como para la
emblemática Delirium Teatro. Sin embargo, no se nos había pasado por la
cabeza la idea de dedicarnos profesionalmente a la escritura dramática hasta
que, nuestro propio tío, nos animó a escribir la dramaturgia para una nueva
puesta en escena de la ópera infantil Brundibar. Se trataba de un proyecto que
estaba llevando para el Teatro Real, el Coro de la Escolanía del Orfeón
Pamplonés, ABAO y Ópera de Cámara de Madrid. Nos lanzamos de cabeza
con esa imprudencia que sólo puede dar la ignorancia. Escribimos, nos
equivocamos, volvimos a escribir… y quedamos enganchados. Decidimos que
queríamos formarnos y volver a visitar las tablas. Así comenzó este camino de
aprendizaje en el que seguimos.

¿Cómo surgió vuestra participación en Nada que perder?
Todo empezó en los Laboratorios de escritura dramática que convoca Espacio
de Teatro Contemporáneo (ETC) de la Cuarta Pared. Allí formamos parte de un
proceso de investigación y escritura en el que conocimos a Juanma Romero y
a Javier G. Yagüe (co-autores de Nada que perder). Fue una experiencia de
aprendizaje compartida y de trabajo en equipo que sentó las bases para que,
posteriormente, Javier nos reuniese de nuevo para escribir la nueva producción
de la Compañía Cuarta Pared.
Habladnos del proceso de escritura…
Desde el principio Javier tenía claro que quería apostar por un proceso largo y
reflexivo, donde tuviésemos libertad para investigar todas las posibilidades de
la trama, los personajes, el estilo… ¡De hecho la escritura llevó más de año y
medio! Cada semana nos reuníamos para comentar los materiales escritos,
aportar nuevos elementos, replantear puntos de vista. El tramo final de la
escritura se hizo con los actores, haciendo crecer las escenas e incorporando
los hallazgos que Marina Herranz, Pedro Ángel Roca y Javier Pérez-Acebrón
encontraban en sus improvisaciones.

¿De qué referentes estéticos o temáticos os habéis nutrido para este proyecto?
Nada que perder es una obra muy heterogénea en cuanto a sus referentes.
Formalmente parte del requisito de que todas las escenas debían de
construirse a partir de la fórmula del interrogatorio. Esto nos llevó a tomar como
punto de partida el género del thriller y la serie negra; en este sentido los
referentes iban desde la narrativa (Connolly, Pelecanos, Price, Markaris,
Simenon, etc.), series de televisión (The Wire, Better Call Saul, The Closer…
pero también otros referentes como The Good Wife, Breaking Bad o, aunque
parezca extraño, The Walking Dead) y, por supuesto, teatro (Paradivino,
Corman y Rebeldías posibles, producción anterior de la Cia. Cuarta Pared, que
nos ayudó a entender el paso siguiente que teníamos que dar). A nivel
temático, el referente fundamental era el periódico. Partimos de una
recolección de artículos periodísticos que Javier había rescatado desde 2006
hasta la actualidad. De estos artículos seleccionamos las noticias que más nos
impactaban y las usamos como trampolín para decidir la trama. Más allá de los
artículos, resultaron cruciales las cartas al director. Ese otro material nos ayudó
a dar voz a el tercero, personaje que participa en las escenas como una suerte
de conciencia que se hace y hace preguntas continuamente.

¿Cómo surgen las ideas y los proyectos en los que os embarcáis? ¿Qué os
anima a participar en ellos?
Nosotros tenemos la suerte de ser dos que escriben juntos. Eso hace que se
pongan más temas sobre la mesa. Las ideas surgen de cosas que leemos, que
vemos, que suceden y nos remueven de alguna manera. A veces es por
curiosidad: encontramos un tema que nos “pica”, nos ponemos a leer y
documentarnos hasta que nos decidimos a escribir sobre él. Otras veces es
como una forma de reacción a algo que nos afecta; una manera que tenemos
de “negociar” con la realidad en que vivimos.
¿Cuál ha sido vuestra evolución como autores?
Nosotros empezamos en esto de escribir teatro de una forma muy intuitiva, un
poco “callejera”. Luego tuvimos la enorme suerte de conocer a quien se ha
convertido en nuestro maestro, José Sanchis Sinisterra, que nos invitó a
participar en ese maravilloso proyecto que es el Nuevo Teatro Fronterizo.
Gracias a José, y acompañados por un nutrido grupo de escritores, iniciamos
un proceso de aprendizaje en el NTF: haciendo talleres, escribiendo y leyendo
mucho teatro. La otra pata clave en nuestra formación y evolución ha sido la
Sala Cuarta Pared, que nos seleccionó para participar en dos ediciones de sus
laboratorios de escritura en ETC. De hecho, nos gusta decir que la Cuarta
Pared ha sido nuestra “mili”. Sus procesos de investigación tienen un alto nivel
de exigencia y su apuesta por la innovación y el riesgo, nos han hecho dar un
paso más en nuestra escritura.

¿Creéis que se puede aprender a escribir teatro?
Cuando uno se sienta a escribir teatro sin tener formación, te das cuenta de
que es un género complejo con unas reglas propias. Eso quiere decir que hay
una técnica que puedes aprender. Hay algo que privilegia al escritor de teatro y
es que tiene la oportunidad de aprender de los mejores autores de su país.
Dramaturgos como Juan Mayorga, Alfredo Sanzol, Alberto Conejero, José
Sanchis Sinisterra, María Velasco, y muchos otros, dan talleres que se
convierten en verdaderos revulsivos para los autores que asistimos.
¿Tenéis un método para escribir?
Antes de escribir una sola letra dedicamos mucho tiempo a hablar sobre lo que
queremos escribir; primero en nuestra oficina hasta que nos bloqueamos; y
después dando un paseo por lo que llamamos “la otra oficina”: la calle. Este
proceso nos suele llevar mucho tiempo. Luego nos enfrentamos a la página en
blanco con una sola regla: si algo de lo escrito no convence a uno de los dos,
va fuera (previa deliberación, claro; a veces hay que vender cara la derrota).
¿Hay que esperar a que un texto se haya estrenado para publicarlo?
¡Por supuesto que no! Como defiende el dramaturgo César López Llera “el
teatro también se lee”. Es cierto que el teatro es un género literario pensado
para terminar de completarse sobre las tablas. Pero también puede, y se debe,
disfrutar como lectura, sin importar que haya sido estrenada o no. De lo
contrario, numerosas obras valiosísimas quedarían en el olvido sólo porque no
tuvieron la difícil suerte de ser estrenadas.
¿Por qué escribís teatro?
La respuesta a esa pregunta tiene bastante que ver con el motor de Nada que
perder. Al igual que le ocurre al personaje de el tercero en la obra, nosotros
escribimos porque no sabemos… y queremos saber, o al menos intentarlo.
Para nosotros la escritura teatral es la forma que tenemos de hacernos
preguntas que nos inquietan.
¿Se puede vivir hoy de escribir teatro?
En nuestro caso no. Pero podemos decir que tenemos la suerte de que nos
ganamos la vida escribiendo. Eso es gracias a que trabajamos como creativos
y guionistas en el mundo de la publicidad y los eventos. También es una
escritura muy exigente, con sus propias reglas, unos plazos frenéticos y un
condicionante fundamental: supeditarse a la tiranía del cliente. Pero, a cambio,
es un oficio del que nunca te aburres, muy cambiante, en el que siempre estás
buscando formas de reinventarte y hacer cosas nuevas. No en vano, tiene una
regla de oro: “eres tan bueno como tu último trabajo”.
¿Habéis realizado otras tareas en teatro además de la escritura?
Respetamos demasiado el oficio de dirección o interpretación como para
intentar inmiscuirnos en él.
¿Cómo veis la situación teatral en estos momentos?
Vivimos un momento muy interesante. Contamos con una de las generaciones
más preparadas y activas del teatro español. Autores, directores y actores se
unen en proyectos creativos de lo más variopinto e innovador. Las salas del off
se han convertido en espacios donde han podido mostrar sus obras, donde las
han testado y reevaluado. Esto ha generado mucho conocimiento en los
equipos y ha permitido que no pocos de ellos se asomen a los grandes teatros
de nuestro país. Es cierto, que esto se ha hecho gracias a un gran voluntarismo
que no siempre ha ayudado al resultado artístico. Sin embargo, ahora
empezamos a ver un esfuerzo por profesionalizar la actividad, apostando por
establecer unas condiciones dignas de trabajo. Avanzar por este camino
enriquecerá enormemente nuestro panorama teatral.
¿Es diferente en Canarias?
En Canarias vivimos un gran momento, algo que queda claro si pensamos en
las trayectorias que tienen en marcha dramaturgos como Antonio Tabares o
José Padilla. Pero, además, es una Comunidad que está haciendo un trabajo
muy importante para formar a sus autores gracias al impulso de compañías
como 2RC Teatro, que han creado Canarias escribe teatro, una iniciativa con
actividades de formación (han hecho talleres con autores de la talla como
Antonio Tabares, Borja Ortiz de Gondra, José Ramón Fernández o Sergi
Belbel), y les da la oportunidad de testar los trabajos surgidos en esos talleres
ante un público y nada menos que en una sala del prestigioso Teatro Cuyás.
De este trabajo está resultando la creación de un grupo de autores que ya
están cosechando éxitos.
¿Qué montaje que hayáis visto últimamente os ha interesado? ¿Por qué?
(Q) Rinconete y Cortadillo de Alberto Conejero, dirigido por Salva Bolta. Un
hermoso homenaje a la palabra de Cervantes y a la habilidad que tuvo para
retratar a este país. Conejero convoca a los dos pícaros lendrosos, ya
maduros, para congelarnos la sonrisa en la cara al hacer que nos demos
cuenta de que las miserias de las que nos reímos siguen siendo las mismas
desde hace siglos.
(Y) Muñeca de porcelana de David Mamet, dirigido por Juan Carlos Rubio. He
de reconocer que el texto me decepcionó un poco. Aunque da igual, porque
sale de José Sacristán.
¿Alguna sugerencia para seguir creando y haciendo teatro en tiempos de
crisis?
Pensar lo que pensara Negrín, aunque a él no le sirviera de mucho: “resistir es
vencer”.
¿Proyectos?
Ahora estamos embarcados en dos proyectos que nos tienen muy ilusionados.
El primero lo estamos llevando a cabo con nuestros compañeros de
Nuevenovenos (www.nuevenovenos.com), un colectivo de creadores del
mundo de las artes escénicas y el audiovisual del que formamos parte. Se
llama Contexto Teatral y es un portal sobre nuevas dramaturgias que vamos a
lanzar esta primavera. Se trata de una herramienta on line con la que
queremos dar a conocer la obra y los autores que conforman el rico panorama
actual de la dramaturgia española (y que poco a poco también abriremos al
panorama internacional). El otro proyecto es el montaje de nuestra obra Tres
días sin Charlie, un texto que fue reconocido con la Mención de Honor en la
última edición del Premio Lope de Vega. Es una obra que recorre los tres días
que duraron los atentados al Charlie Hebdo, narrados desde un prisma muy
particular: el de los comentarios y las reacciones que esos ataques provocaron
en la ciudadanía, expresados conforme sucedían, a través de Internet y las
Redes Sociales.
5 de mayo de 2016 | Categorías: AUTORES, ENTREVISTAS | Tags: ABAO, Alberto Conejero, Alfredo Sanzol, Antonio Tabares, Ópera de Cámara de Madrid., Better Call Saul, Brundibar, Coro de la Escolanía del Orfeón Pamplonés, Delirium Teatro, Eduardo Bazo, Espacio de Teatro Contemporáneo (ETC) de Cuarta Pared., Javier G. Yagüe, Javier Pérez-Acebrón, José Padilla, José Ramón Fernández, josé sanchís sinisterra, Juan Mayorga, Juanma Romero, María Velasco, Marina Herranz, Nada que perder, Nuevo teatro fronterizo, Pedro Ángel Roca, Quique y Yeray Bazo, Sergi Belbel, Teatro Cuyás., Teatro Real, The Closer, the walking dead, The Wire | Deja un comentario
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