Kaspar Hauser de La Phármaco en los Teatros del Canal

Es maravilloso experimentar cómo Luz Arcas nos adentra en un personaje muy complejo en su interior a pesar de haber sufrido un encierro de diecisiete años, un encierro involuntario que le ha convertido en un ser extraño a la sociedad y para el que la sociedad también es algo extraño. Pero esto último no es lo que le interesa: ella quiere experimentar en sus carnes lo que Kaspar sintió en sus primeras veces, en su primera experiencia con la luz natural, con el mundo exterior, con los animales o con la primera visión de las estrellas. Es impresionante ver el trabajo de fondo que Luz ha imaginado, sentido y realizado a través de su expresión corporal y de la coreografía que nos va sumergiendo en numerosas sensaciones. Luz se convierte en Kaspar enteramente, desde lo más dentro, emanando hacia fuera, como sólo ella sabe a través de su danza, la personalidad de «el huérfano de Europa». Un trabajo de una calidad extrema, de delicada plasticidad y de acertada interpretación que no puede dejar indiferente a nadie y que coloca a la intérprete una vez más en la punta de la pirámide en lo que a danza se refiere.
La composición e interpretación musical de Carlos González también es sobresaliente. Cada acorde acompaña al cuerpo y el cuerpo acompaña a cada acorde de una manera que nos estremece la piel. En definitiva, La Phármaco nos ofrece una oportunidad única para disfrutar de lo más hondo de la danza en un trabajo bello y emocinoante que esperamos que se pueda repetir muy pronto, ya que ha tenido un paso muy breve por Madrid, breve pero muy intenso.
Luis Mª García Grande
La Phármaco estrena «Éxodo: Primer día» en el Galileo

Adaptar una tragedia de la entidad de «Edipo en Colono» al lenguaje de la danza es una tarea árdua y que muchas veces conlleva un gran trabajo de experimentación e investigación. Investigar lo que no cuenta Sófocles, lo que podría ser un cuerpo de baile en una tragedia de la antigua Grecia, sarcarle jugo al Corifeo de una manera minimalista pero eficaz y exprimir al máximo la expresividad que hemos logrado recuperar a través de vasijas, dibujos y descripciones sobre las costumbres y figuraciones griegas es un camino difícil de establecer y de andar.
Sin embargo Luz Arcas, entrevistada hace poco para nuestra web, ha sabido encauzar muy bien una propuesta arriesgada e innovadora que marca una línea en la danza contemporánea española y que rompe la barrera entre texto, gesto, danza y teatro, posicionando a la compañía con un repertorio de culto.
Una tragedia íntima y coreografiada de una manera sobria y con un minimalismo expresionista que se refuerza con la presencia de Regina Navarro y la música creada por Laura Fernández, Mariano Peyrou y Xosé Saqués y la aportación de un lied de Schubert que refuerza su sentido dramático de una manera casi perfecta.
Si bien es cierto que no todo tipo de público va a entender este espectáculo y que el nivel cultural que hay que tener para afrontar las escenas tiene que tener un mínimo aceptable, la verdad es que la expresividad que han logrado imprimirle a través de la dirección y dramaturgia de Abraham Gragera y la propia Arcas hace que esta obra se disfrute sin tener que haber leído a Sófocles ni haber visto una vasija con Hoplitas para sumergirse, a través de imágenes muy logradas, en toda una cultura comtemporánea.
Luz Arcas nos habla de la trayectoria de La Phármaco aprovechando el estreno en Madrid de Éxodo: Primer día.
¿Cómo surge el proyecto Éxodo: primer día?…
Nace de la idea de bailar la tragedia antigua. Nace de imaginar la danza encarnando una tragedia de Sófocles. De imaginar cómo sería el cuerpo trágico, la danza trágica (su temporalidad, su forma, sus dinámicas). Cómo sería bailar a Edipo y Antígona (su gestualidad, su plástica).
También nace de un interés por retomar el antiguo sentido del espectáculo escénico, y llevarlo a la danza: por un lado, recuperamos el concepto de repertorio, es decir, tramas y argumentos que forman parten de la cultura occidental, y que se ponen en escena no para contar historias nuevas, si no para ahondar en la manera de contarlas, en el cómo; por otro, profundizar en la danza contemporánea como un arte más amplio de cómo suele concebirse, como parte del espectáculo total, que pese a seguir siendo el centro de la obra, está al servicio del libreto que hemos construido y dialoga con la música que se interpreta en directo. La danza pretende disolverse en el todo, que es Éxodo: primer día.
El libreto se construye a partir de los silencios entre las tres obras del ciclo tebano: baila lo que Sófocles no cuenta, los espacios en blanco provocados por las unidades de espacio, tiempo y decoro clásicos. El camino (el éxodo) de Edipo ciego y desterrado después de su tragedia, acompañado por su hija Antígona al bosque de Colono; la muerte de Edipo, con la esperanza de que su muerte redima a los suyos de la condena trágica; y el regreso (el primer día) de Antígona ya a solas a la ciudad de Tebas, cuando intuye que la muerte de su padre no la librará de su propia tragedia.
La música y la coreografía se inspiran en la época arcaica griega, para buscar un resultado contemporáneo, propio, que hable de nuestro tiempo.
¿Hubo ocasión durante el proceso para que los bailarines aportasen ideas en la dramaturgia y en la puesta en escena?…
Coreográficamente, trabajo con la particularidad del cuerpo del intérprete (su cuerpo como encarnación de todo lo que es como persona, por supuesto). El personaje de Edipo está creado para y con Regina Navarro. Todos los movimientos nacen del diálogo entre su visión de la danza y la mía, y en la visión que uno tiene de la danza, está su visión del mundo. Así que como intérprete ha ido dirigiendo parte de la dramaturgia, pero desde dentro, como Edipo, o como el Edipo que ha construido Regina. Con otra intérprete habría resultado otra obra.
¿Hay algún referente técnico del que habéis partido para este espectáculo?…
Creo que no. Sabíamos que trabajaríamos con espacio vacío y que la luz (Jorge Colomer) iba a ser un personaje más, mejor dicho, el tiempo de la obra. Sabíamos que queríamos trabajar con ciclorama porque queríamos que la acción sucediese en un exterior (el camino al bosque y el bosque). También sabíamos desde el principio que la música iba a ser en directo. Pero todo esto iba surgiendo a medida que concebíamos la obra, no antes de concebirla. Son elementos que la propuesta requiere.
¿Cómo ha sido el proceso de creación? ¿Qué os ha inspirado?…
El proceso de creación ha sido lento porque hemos tenido que ir descubriendo el camino. Teníamos que encontrar, primero, el lenguaje del cuerpo, la danza trágica. Nos inspiramos en las kores, los frisos, las vasijas, rescatando algunos detalles gestuales y compositivos, como la simetría, la sobriedad, el esquematismo, la simbología de los elementos, pero no era un trabajo de reconstrucción, si no de búsqueda de un lenguaje nuevo, contemporáneo, pero que conservara el sentimiento trágico.
Con la música ha sucedido lo mismo. Hemos partido de recreaciones de la música griega arcaica, pero también de Scelsi, y por supuesto, de la visión musical de cada uno de los compositores e intérpretes (Mariano Peyrou, Xosé Saqués y Laura Fernández). Abraham Gragera y yo queríamos que la música fuese el espacio de la obra, no solamente temas que acompañan e intensifican la danza.
¿Qué balances hacéis de vuestros últimos trabajos?…
Estamos contentos porque vemos que el lenguaje de La Phármaco es cada vez más preciso. Tenemos cuatro obras en el repertorio, hemos hecho una obra por año prácticamente, y eso, además de porque el panorama actual exige estar más activo que antes ya que las obras tienen un período de difusión más corto (al menos para una compañía joven y sin mucha infraestructura como la nuestra), es porque hemos necesitado ir más lejos. Cada obra deja una gran satisfacción, que es la esperanza de la siguiente.
¿Cómo veis la programación de danza en España?…
Creo que hay un problema esencial que impide que exista una afición a la danza contemporánea, y es que ninguna institución asume el riesgo de que la danza contemporánea española llegue a los grandes teatros, no en la programación excepcional de un festival especializado, sino para hacer temporada. La danza contemporánea atraviesa un momento creativo especialmente fructífero, sólo necesita apoyo institucional: apoyo institucional no es dar subvenciones, a mi juicio, es apostar porque las obras de danza contemporánea estén tiempo en la cartelera de los teatros públicos. Es la única manera de sacarla de las élites alternativas y de la endogamia a la que se ve condenada.
¿Qué espectáculo de danza habéis visto? ¿Qué os pareció?…
He podido ver varias obras de Madrid en Danza. Una de las últimas fue La consagración de la primavera y La Anunciación de Preljocal. Iba con muchas ganas porque La consagración de la primavera es una pieza que me gusta mucho, y soy especialmente devota de la de Nijinsky.
La verdad es que la versión de Preljocaj no me pareció del todo lograda. Sentí que el coreógrafo no había entendido el mito. Había incongruencias en la dramaturgia. No contó el mito, pero tampoco consiguió la revisión irónica o posmoderna que parecía pretender.
La música de Stravinsky es demasiado poderosa, arrasa con todo. Me parece que solamente la de Nijinsky ha superado la prueba de crear una danza de las dimensiones de la partitura (incluso esto es puesto en duda por una parte de la crítica especializada).
El movimiento tampoco me pareció muy interesante. Me extrañó descubrir esto, porque hemos estudiado parte de la coreografía en el conservatorio, y la sensación al bailarlo es mucho más poderosa que al verla como espectadora.
Sin embargo La Anunciación me pareció muy interesante. La puesta escena, la propuesta de iluminación, el movimiento y la visión del autor sobre el tema, parecían el resultado de una investigación profunda, original, sorprendente y de una gran belleza.
¿Cómo veis la danza contemporánea en estos momentos?…
En España existe una gran contradicción entre la producción de obras, el número de coreógrafos y de bailarines y la recepción, el número de espectadores: casi hay más gente que necesita bailar que la que necesita ver danza, como algo habitual en su vida. Es un arte que tiene poco público, por desagracia no es solamente un tópico.
Creo que la culpa es tanto de los creadores como de los que programan o conciben los planes para apoyar este arte. La danza contemporánea ha nacido en España como un arte elitista, consolidado en los márgenes de la oficialidad, no tanto por su pureza, como muchos quieren creer, sino, más bien por la desconexión de los creadores con las necesidades reales de la gente.
Quiero pensar que ha llegado el momento de que ambas partes, creadores y programadores, den un paso más, que en los primeros consiste en pensar más en el público, y en los segundos en favorecer que la danza sea algo oficial, asequible y necesario para la vida de las personas. Y esto sólo se consigue programando danza, única manera de que el público se familiarice con este lenguaje.
Por eso las representaciones en el Teatro Galileo pueden ser una oportunidad no sólo para nosotros, sino para la danza, ya que si funciona, probablemente programen danza de forma habitual.
¿Proyectos?…
Pues estamos dedicados a la difusión del repertorio de la compañía y con algunos proyectos para que salga también fuera de España. Y preparando la siguiente obra, que nos gustaría estrenar, si va todo bien, a finales de 2014 o a principios del 15.
¿Cómo está afectando la subida del I.V.A. y los recortes en vuestros trabajos?…
Como hemos tenido la mala suerte de nacer como compañía en tiempos de crisis, todo ha sido muy difícil desde el principio. El público ha bajado mucho, y ya no hay subvenciones, y han desaparecido teatros especializados en danza, y festivales. Por desgracia nos hemos criado en este ambiente. Así que la sorpresa vendrá cuando todo sea más fácil. Lo malo es que volver a lo de antes no va a ser tan fácil, porque como dice Stanislaw Jerzy Lec “construimos para siglos, destruimos para siempre”.
Sed erosiona de La Phármaco en Territorio Danza-Cuarta Pared
Sed erosiona de La Phármaco en Territorio Danza-Cuarta Pared
Maryluz Arcas crea e interpreta bajo la dirección artística de Abraham Gragera un ritual en blanco y negro sobre la resistencia del cuerpo…Grotovski planteaba que el cuerpo no tiene límites, que cuando parece agotado es cuando empieza a estar libre de máscaras y corsés, disponible para construír una expresión auténtica, un acto puro. En esta pieza de danza física, la intérprete golpea y pone su estructura al límite muscular y energético…Cuando encuentra el borde del precipio, su cuerpo entra en una dimensión exprevisa diferente, aparece una belleza crepuscular en los movimientos…La voz a capela de Laura Fernández le acompaña en algún recodo del camino…y cuando el viaje está a punto de finalizar, cual derviche contemporáneo, surge un movimiento círcular in crescendo…Y ahí, aparece el éxtasis.
Adolfo Simón
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