JAVIER LARA: El teatro no tiene que hacer preguntas que ya sabe para que el público piense y las responda, sino que debe ser un lugar con forma de pregunta.
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?… Empecé a hacer teatro en la universidad, cuando estudiaba filología inglesa. Me encontré con un grupo de gente muy talentosa y montamos IN VITRO TEATRO, que aun sigue. Mi primer papel fue Puck en El sueño de una noche de verano de Shakespeare. Lo que yo sentí en ese montaje fue definitivo para lo que hago hoy.
¿Realizaste otras facetas además de la actuación? En el inicio no. Después… después sí.
¿Qué es el teatro para ti?… Es la forma de expresar mi visión del mundo, lo cual te avoca a una forma de vida muy particular. El teatro es mi forma de vida, que se dice.
¿Por qué haces teatro?… Ahora no sabría no hacerlo. Al principio no tenía la experiencia suficiente para analizar porqué el teatro tiraba de mí, me dejaba llevar por el imán; y después cada vez que me lo he preguntado, la respuesta se ha ido matizando, aunque el sentimiento sé muy bien donde se encuentra. Ahora mismo, te diría algo así: Yo creo que forma parte de mi genética, de lo que se ha construido como mi identidad, que por alguna extraña y mágica razón la intuición me ha llevado al sitio donde descubro cosas que jamás descubriría si no me dedicara al teatro.
¿Qué balance harías sobre tu trayectoria?… Intensa, caótica y muy coherente. Mi principal tarea ha sido la que junto a mis compañeros, Carlota Gaviño, Leticia Rodríguez, Íñigo Rodríguez-Claro y José Padilla, generamos fundando la compañía Grumelot, que por cierto, este año hacemos diez años y estamos preparando algún evento homenaje a nuestra cabezonería y constancia. Y personalmente, he trabajado con gente que me ha dado grandes oportunidades, con la que he vivido experiencias realmente maravillosas, y otra con la que no tanto. No sé, trabajar con Alfredo Sanzol, Carlos Aladro, Pablo Messiez, incluso, fíjate lo que te digo, Gerardo Vera, Jorge Lavelli, y ahora, José Luis Gómez. Diferentes generaciones que se prestan a entenderse para comunicarse hoy, con las personas que hoy se acercan al teatro.
¿Qué función crees que ha de tener el teatro para la sociedad de hoy?… Yo creo que, primero de todo, el teatro se tiene que quitar de encima la responsabilidad de ser útil para la sociedad de hoy, así quizá, como consecuencia cale más profundamente en las personas que forman esa sociedad, de la cual también forma parte el teatro. La función concreta se va definiendo sola si realmente nos comunicamos mirándonos a los ojos, sin preguntarnos porqué lo hacemos, sintiendo realmente desde dónde nos hablamos. A ver si me explico, y termino así: para mí, el teatro no tiene que hacer preguntas que ya sabe para que el público piense y las responda, sino que debe ser un lugar con forma de pregunta. Ahora estoy sonriendo. Es un misterio. No sé si estoy preparado para responder a esto.
¿En qué proyectos has participado durante el último año?… MI PASADO EN B, el reto más importante de mi vida y el montaje desde donde más profundamente he sabido hablar, desde donde el impulso creativo ha sido más fuerte y claro. Es una historia cuya razón de ser es la ficción de la memoria. Una historia personal y particular, escrita e interpretada por mí; y dirigida y comprendida por Pietro Olivera. He estado de gira con MARIBEL Y LA EXTRAÑA FAMILIA, de Miguel Mihura, dirigida por Gerardo Vera, y con ese pedazo de vendaval escénico que es Lucía Quintana, además del resto de maravillas del reparto. El DON JUAN TENORIO que se monta cada año en Alcalá de Henares, dirigida por Carlos Aladro, donde me vestía de Don Luis Mejía, en compañía de Fernando Cayo y el resto de maravillas del reparto. EL 37 de José Padilla, para STORYWALKER, un extraordinaria inciativa de KUBIK FABRIK que lleva el teatro a la radio, al audio, acompañado por María Adánez y Lucía Quintana. LOS BRILLANTES EMPEÑOS, un trabajo fruto de seis meses de investigación a partir de los clásicos, con los miembros de Grumelot, más Rebeca Hernando, Mikele Urroz y José Juan Rodríguez; y Pablo Messiez, que estrenamos dentro del Festival de teatro clásico de Almagro, en el corral de comedias. Tengo que decir que nunca antes se había desnudado completamente nadie en ese histórico escenario. Y ENTREMESES de Cervantes, con el Teatro de La abadía dirigido por Jose Luis Gómez.
Háblanos de ellos… Para no extenderme mucho, sólo decir que a esto me refería cuando definía mi trayectoria como intensa, caótica y coherente: Aunque no todos los años son como este en cuanto a cantidad de producciones, siempre he intentado no estar parado; aunque aparentemente nada tiene que ver el Tenorio con MI PASADO EN B, por ejemplo, o cualquiera de las otras entre sí, siempre trato de hablar desde el mismo sitio, o mejor dicho, de buscar el sitio desde donde hablo, más allá de cuestiones de genero o estilo, de ser yo ahí. Quizá, el trabajo que más haya dado coherencia a este caos, haya sido LOS BRILLANTES EMPEÑOS. El reto de ser yo ahí, de estar ahí, en ese mundo tan particular que se fue creando poco a poco, en función de lo que nuestros cuerpos respiraban de esas palabras de Lope, Calderón, Quevedo, Tirso, etc. Según las premisas que Pablo Messiez nos ofrecía, según nuestras inquietudes como compañía y guiados por la sensibilidad de Pablo. Esta producción ha sido quizá la que más se acerque a lo que me preguntabas arriba, la que más responda, dentro de las que he hecho este año, a cuál debe ser la función del teatro para con la sociedad actual. Un lugar de encuentro de voces que se descubren a sí mismas en grupo, creando un espectáculo vivo, alterable con los días, que no está cerrado, que lo comparte con un público que consciente o no lo va modificando. De esta relación de comunicación creo que sale algo útil para las personas.
¿Cómo surgió tu participación en los ENTREMESES?… Hice el Taller de la palabra que organizó el Teatro de La abadía, con José Luis Gómez, Vicente Fuentes y Ernesto Arias. Allí decían que no era un taller para trabajar en la casa sino para familiarizarnos con el trabajo de la palabra. Yo tengo que reconocer que mis energías estaban totalmente enfocadas en poder formar parte de alguno de los elencos de La abadía. Trabajé mucho y se lo pedí tanto a San Juan de la Cruz como a José Luis Alonso.
Háblanos de este trabajo… Una vez dentro del elenco de Entremeses, mi trabajo ha sido, por un lado hacer un cursillo acelerado de cómo entendían en la casa, el director y esos actores, los conceptos que yo había trabajado en otros lugares, y hacerme agua con ellos, sin dejar de hacerlo como yo siento, desde donde se me impulsa a mí. Por otro lado, ponerme al servicio de un montaje, de unas energías, que ya fueron generadas hacía 18 años, cuando yo aun era un chavalín. Beber del limbo de la historia de ese montaje y meterme de lleno en ello para defenderlo. Carlota Ferrer también me ha ayudado mucho a hacerlo. Escuchar, reflexionar, y opinar; y jugar. Ahora mismo básicamente lo que hago es disfrutar jugando con mis compañeros y con el público que viene todas las tardes a verlo.
¿Cómo creas tus personajes?¿Tienes un método?… Con la imaginación y con el cuerpo. Tengo método, sí. Una mezcla de todo lo que he sentido que me hacía descubrir algo escondido o desconocido dentro de mí. El método de mirar afuera, incluso con los ojos cerrados. El método de que después de haber imaginado mucho, sólo tienes que ponerte ahí, estar atento y confiar en quien te acompaña y darle tu confianza. Cada trabajo va a coger de tí lo que necesita, y tu intuición te va a pedir lo que te falte.
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?… Destruyéndolo. No digo nada que alguien no sepa. Hay personas que no sólo no piensan en la utilidad del teatro en la sociedad de hoy, sino que creen que debe ser inutilizado. Aunque, como leí que decía Declan Donnellan, déjame que lo miro en el libro: «Aunque todos los auditorios fueran arrasados hasta sus cimientos, el teatro sobreviviría, porque el ansia que tenemos de actuar y que nos actúen es innata… el teatro no puede morir antes de que el último sueño haya sido soñado.» Espero que no tengamos que llegar a eso.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado?… LA CALMA MÁGICA de Alfredo Sanzol ¿Por qué?… Por su valentía tanto temática como formal, porque no hace más concesiones de las necesarias, y porque Alfredo es una buena persona que se estruja el ser para comunicar cosas, de forma aparentemente sencilla, que todos sabemos pero que pasamos por encima. Halla lo sagrado en la anécdota.
¿Proyectos?… Gira de ENTREMESES, alguno que no se puede decir, y escribiendo mi segunda pieza: EL GRAN SCRATCH. También sobre la ficción de la memoria pero no exactamente de mi memoria.
¿Alguna sugerencia para seguir creando en tiempos de crisis?…
Una vez le oí decir a Marcel Marceau que él le había oído decir a Orson Wells que Suiza era un país intrascendente artísticamente, porque como siempre había permanecido neutral en las guerras no había tenido necesidad de expresarse, ni había tenido visión de cambio de ninguna crisis. No es exactamente lo que dijo aunque yo lo recuerde así. Me acaba de llegar un WhatsApp: reunión de Grumelot.
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