Los hermanos Karamazov en el CDN
Un largo proceso creativo de Gerardo Vera junto a José Luis Collado ha dado como resultado la adaptación de una de las grandes cumbres de la novela universal que se puede ver en el Teatro Valle Inclán del CDN. Un viaje a la infancia perdida de unos personajes que, al crecer, se tienen que enfrentar a todos los prejuícios de una sociedad con rasgos feudales con los que inhibe todo deseo natural, convirtiendo a los seres en animales enjaulados que solo encontrarán el abismo como salida a su dolor y horror. Un montaje sobrio, lleno de rasgos poéticos que dan a la obra caracter atemporal y universal.
Adolfo Simón
Rafael Ruiz Pleguezuelos: Se mejora estando cerca de los que saben
¿Cómo han surgido los textos que estrenas en Madrid?…
Terapia de Choque surge de una historia real… leí en prensa, con apenas una semana de diferencia, que dos individuos habían conseguido trabajar en hospitales e incluso operar sin tener la titulación, con unas falsificaciones burdas manipuladas con un escáner casero… comencé a trabajar en la idea de un terapeuta de éxito que no hubiera pisado la facultad…
Flores de Ginebra nace de mi pasión por Shakespeare… leía sobre las primeras ediciones de sus obras, acerca de la leyenda que circula de que podía haber sido enterrado con algún manuscrito perdido… pensé que ahí había una obra. Empecé a especular sobre un director de teatro que cree tener uno de esos manuscritos, y busca en las mujeres de la calle esa protagonista ideal, Ginebra, porque ninguna actriz le parece adecuada para el papel.
Háblanos de las obras…Del proceso de escritura…
Como escritor soy enormemente ordenado y disciplinado. Horario estricto, método de trabajo… no me permito nada. Un auténtico soldado de la escritura. Tratamientos, estructuras… intento atarlo todo. El único momento en el que me permito libertad total y que entre el azar es cuando ya “dejo” que los personajes hablen, el momento en que escribo los diálogos… pero todo el proceso de preparación anterior es tremendamente meticuloso.
¿De qué referentes estéticos o temáticos te has nutrido para su escritura?…
La mayor influencia en prosa me viene de los narradores “gamberros”, que siempre me han fascinado: Hanif Kureishi, Alan Sillitoe, alucinados maravillosos como Richard Brautigan. En teatro Shakespeare. La primera vez que leí Hamlet me quedé sin habla. Y nuestro Lorca. El teatro perfecto. Lírica y pueblo. La poesía sobre el escenario. No soy muy dado a los misticismos, pero me parece que como granadino estoy muy bien preparado para entrar en el Lorca más profundo, siento una conexión especial con su obra.
¿Cómo surgen las ideas y los proyectos en los que te embarcas?¿Qué te anima a participar en ellos?…
Siempre intento buscar proyectos en los que preveo que puedo estar cómodo, en los que sé qué tipo de artistas me van a rodear. Intento saber qué terreno voy a pisar, no me gustan las aventuras ni las sorpresas. Desde muy joven he querido siempre asociarme con alguien mayor que yo, o mejor que yo, que ser el capitán de alguien menos preparado. Intento rodearme de gente con la que puedo aprender bien el oficio y aprender de su arte. Se mejora estando cerca de los que saben.
¿Cuál ha sido tu evolución como autor?…
Me cuesta ver una evolución en el sentido de algún cambio en lo que hago… me siguen atrayendo los mismos temas y creo que los trabajo de la misma forma… lo que sí ha existido ha sido una lógica profesionalización paulatina. Cada vez me tomo más en serio lo que hago. Realmente no sé si al final afecta a la obra como producto final, pero al menos cada vez parto de pretensiones más firmes y serias.
¿Crees que se puede aprender a escribir teatro?…¿Tienes un método para escribir?…
Para llegar a un teatro de buena factura, por supuesto hay que partir de unas cualidades mínimas, como en cualquier arte… pero el resto del camino, al menos en mi caso, es trabajo, trabajo y trabajo. Se puede aprender viendo mucho teatro, teniendo la humildad de ver lo bueno de los demás montajes, de los demás autores… como en todo oficio, hay una parte que se puede transmitir (por tanto creo en su enseñanza) y otra que es un aprendizaje personal, de encontrar tu método, que es un camino a recorrer por cada artista individualmente. Mi método es utilizar muchos andamiajes: crear estructuras, cuadros de personajes, divisiones, momentos de giro… no comienzo a dialogar hasta que la historia suena perfecta sobre la pizarra.
¿Hay que esperar a que un texto se haya estrenado para publicarlo?…
¡No! ¡Hay que intentarlo todo a la vez! Pienso que cada obra nueva quema en el cajón, así que hay que buscar la forma de darle vida como sea. Si llega el montaje con el montaje, y si no publicarlo. A mí me obsesiona que todo quede publicado. El teatro es maravilloso, pero es efímero. Es bueno para el dramaturgo que quede siempre publicado, porque además puede llamar a otros montajes.
¿Has realizado otras tareas en teatro además de la escritura?…Háblanos de ello…
Nunca. Solamente escritura. Con la dificultad de un oficio ya me basta.
¿Por qué escribes teatro?…¿Se puede vivir hoy de escribir teatro?…
El teatro me parece el arte más humano de todos. En ninguno me siento tan cerca de las otras personas, de sus inquietudes… no creo que otro género te sitúe tan cerca de sus creadores como el teatro. Cada vez que se abre el telón, sea un obra mía o no, celebro mi pasión por el teatro. Hay una anécdota que me encanta contar: mi madre me llevaba al teatro siendo yo un niño, incluso con menos de diez años… pero nada de teatro infantil… una de las primeras obras de las que tengo memoria es ir a ver con ella Samarkanda, de Antonio Gala. Recuerdo además que la gente le dijera que era tirar el dinero, llevando a un niño tan pequeño al teatro, para no enterarse de nada. ¡Vaya que si me enteraba!
En cuanto a si se puede vivir hoy de escribir teatro… no estoy aún lo suficientemente profesionalizado para tener una buena respuesta. Supongo que una élite de la profesión lo consigue. Yo aún no.
¿Cómo ves la situación teatral en estos momentos en nuestra ciudad?…¿En nuestro país?…
Creo que es interesante el auge de pequeños teatros en Madrid, no paran de abrir locales y eso es muy bueno. A pesar de todas las barbaridades de política cultural que ha sufrido recientemente y está sufriendo, el teatro resiste, se reinventa, busca sus lugares. Aunque sea de manera precaria y azarosa. Me molesta mucho el imperio de los musicales. Es ir al teatro sin ir al teatro, y eso es maleducar a la gente. Lo que más me preocupa es la creación de público de base. El teatro que ven los escolares suele ser de una calidad pésima. Malos montajes, obras mal reducidas y adaptadas, a veces muy mal actuadas… nadie se engancha al teatro viendo mal teatro. Deberíamos plantearnos mucho mejor cómo se crea afición.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado?¿Por qué?…
La temporada pasada me dejó con la boca abierta El cojo de Innishman, dirigido por Gerardo Vera. Hasta ese momento no había leído ni visto nada de Martin McDonagh, y quedé muy impresionado por la construcción del texto. La versión que vi en el Español fue maravillosa.
¿Alguna sugerencia para seguir creando y haciendo teatro en tiempos de crisis?…
Multiplicar lo que uno hace… con poca pesca, cuatro cañas cogen más que una. Si apuestas a una carta es fácil que no sea la tuya. Coge tres. O cuatro.
¿Proyectos?…
Este fin de semana estará todavía Terapia de Choque, en Microteatropordinero Madrid. A mediados de junio estreno Flores para Ginebra en El Apartamento. En septiembre se publica una recopilación de teatro breve llamada Caballos de Carreras. Alguna cuestión más no está del todo cerrada, así que por eso de no vender la piel de oso antes de cazarla, lo dejamos aquí. La verdad es que no puedo quejarme.
Marcial Álvarez: Estoy orgulloso de haber aprendido un oficio
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?…
Todo comenzó cuando en el instituto de bachillerato un profesor
me convenció para que participara en las obras que se estaban ensayando , y ¡madre mía!!!! aquel mundo de disfraces, maquillajes, decorados, ensayos, literatura, toda esa artesanía me fascinó, me divertía y me ponía en contacto con la cultura, con el arte, con quince añitos, así que hacíamos de todo, todo el día, maravilloso, me puso en un camino que me interesó. Luego he hecho muchas cosas dentro y fuera de esto, pero lo que más, interpretar personajes.
¿Por qué haces teatro?…
Hago teatro porque no se me da mal hacerlo, e incluso diría que bien, eso dicen. Aunque algunas veces me gustaría ganarme la vida con otra cosa, eh. No es fácil, es un oficio precioso pero también angustioso y muy absorvente. Pero así es el amor, si te llama, acude y lucha por él. Y por diversas razones, me gustan las fiestas, me gustan los amigos, me gustan las ganas de vivir, me gustan los viajes, me gusta la pasión y la seducción, no me gusta la comodidad, no me gusta la ignorancia, si la inocencia, me gusta ser otro, me gusta ser yo, vivo en el arte y en la creatividad, todo esto y más conlleva la gran fiesta del teatro. Y no puedo evitarlo.
¿Qué balance harías sobre tu larga trayectoria?…
Me han pasado vital y profesionalmente cosas preciosas, y otras no tanto. De las malas no me acuerdo, pero sí que las he tenido muy en cuenta para provecho de mi oficio. Sobre todo estoy orgulloso de haber aprendido un oficio, como me inculcó mi padre, como me apoyó mi madre. Y ahora poderlo compartir y desarrollarlo.
¿Qué función crees que ha de tener el teatro para la sociedad de hoy?…
Para la de hoy y para la de siempre, hacer mejores a las personas. Embellecernos el alma. Incomodarnos. Hacernos mas fuertes. Reír más.
¿En qué proyectos has participado durante el último año?…Háblanos de ellos…
Ahora ando con la gira de «Pluto» de Aristófanes que se estrenó el año pasado en el Festival de Mérida y a finales de marzo entraremos en el Teatro de La Latina. Una puesta en escena semi musical del clásico sobre el reparto de la riqueza y la corrupción. El gran Gurruchaga al frente. He grabado en dos series de televisión. He participado en el espectáculo Femenino singular, que anda dando vueltas por España. Va de actrices madres y padres. Un corto con Belén Rueda aún por estrenar. También va de mujeres maltratadas.
¿Cómo surgió tu participación en el montaje que se ha estrenado en La Pensión de las pulgas?…Háblanos de este trabajo…
«La balsa de la Medusa», Por Antonio Escribano, autor de la función,y compañero actor en los dos últimos montajes que dirigió Miguel Narros. Me lo ofreció, lo leí y me encantó, me recordó a Becket, y sin prueba ni nada, jeje, me aceptó. Un proyecto humilde, del que estoy muy orgulloso, y en el que he hecho un viaje maravilloso con unos compañeros llenos de sensibilidad e inteligencia.Y como no, nos ha salido muy bien. Cuenta el recorrido emocional y físico de seis personajes que se quedan encerrados en una habitación y que aún con la puerta abierta no pueden salir. Trata sobre el miedo y el rechazo a lo nuevo, a lo distinto, a los cambios, a lo diferente, de la pérdida de la máscara social, de la posición social, del poder, del ego, de la avaricia, de la pereza y la inmovilidad, de la lucha de clases, de lo más primitivo del ser humano, de su vulnerabilidad, de sus pasiones, de la supervivencia, de su deriva en una balsa que hace aguas. Mi personaje es el capitán del barco, el señor de la casa, «burguesito» cirujano plástico, poderoso anfitrión que ante las dificultades y el naufragio se acobarda, cae de su pedestal y surge su animalidad y sus peores vicios. Vamos, unos encantos de personas.
Y todo armado con una dramaturgia, una dirección y unas interpretaciones exquisitas, y a escasos centímetros del público de la Pensión de las Pulgas!!!!!! Que más se puede pedir!!!!! Duro el asunto pero también te ríes, eh.
¿Cómo creas tus personajes?…¿Tienes un método?…
No, no tengo un método específico. Voy con la historia, con lo queremos contar, asumo el rol que me toca encarnar y con retales de aquí y de allí, con referencias de la vida o elaboradas, pelis, música, pintura. Voy trazando al personaje, su viaje emocional e intelectual, defendiéndole con uñas y dientes, echándole ingredientes y pintándole detalles, integrándole en mi fisicidad y mi voz, y a jugar, lo hago mío, para que sea creíble, para que sea espectáculo. O eso intento. Me aprendo bien el texto y la partitura, y me concentro en no aburrir al personal. Algo así…
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?…
Pues muy mal. Es cuestión de sensibilidades. El que nunca es sensible al teatro y a la cultura, el que no le da importancia como pilar fundamental para la educación y el desarrollo de una sociedad, el que piense que todo tiene que ser rentable, pues nunca lo podrá defender, sea cual sea su cometido. He oido que quieren suprimir en los colegios la asignatura de Naturales y alguna otra, y volver a hacer rezar a los niños, ¿es cierto? ¡Que fuerte!!!!.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado?¿Por qué?…
Lo último que he visto ha sido Las amistades peligrosas en el Matadero de Madrid, dirigido por Darío Facal. Me encantó. Una puesta en escena arriesgada y divertida, unas interpretaciones llenas de arte y un vestuario exquisito. No me acordé de la peli. Y me gustó mucho que se basara totalmente en el formato original epistolar, poniéndolo en boca de los personajes.
¿Proyectos?…
La reina de la belleza, de Martin McDonagh, dirigida por Gerardo Vera, y con Terele Pávez. ¡Casi na!.
Y un corto con Benito Zambrano.
«El Crédito» vuelve al Teatro Maravillas

De nuevo tenemos la posibilidad de ver a dos grandes de la escena luchando como titanes sobre las tablas: Carlos Hipólito y Luis Merlo se ponen al frente de esta obra de Jordi Galcerán, conocido por otros éxitos como El Método Grönholm». El crédito nos habla de una situación que casi todos hemos vivido en algún momento de nuestras vidas: ir al banco a pedir un crédito. En los tiempos que corren cada vez se deniegan más peticiones de este tipo, e incluso, se está convirtiendo en un lujo poder disponer de uno… Luis Merlo, Antonio en la ficción, es el pobre incauto que va a ir a pedir ese crédito, un hombre normal y corriente con una necesidad económica urgente… Carlos Hipólito, el banquero perfecto, en su despacho perfecto y con una vida «perfecta» le indicará que no puede dárselo porque no tiene «garantías, avales»… Hoy no nos basta con ser buenas personas y tener palabra… hay que tener un aval… Ante esta situación hay dos opciones: marcharse con el rabo entre las piernas o… encontrar el punto de fisura necesario como para conseguirlo… Y hasta aquí puedo leer… que decía una famosa presentadora.
Tendrán que ir ustedes a ver por dónde se puede descomponer a un personaje perfecto y cómo se hace… y se hace muy bien, con maestría por parte de los actores y del director, Gerado Vera, que de eso tiene mucha.
La frescura de Carlos Hipólito y la manera de actuar, tan de los merlo-larrañaga, de Luis nos harán pasar una hora y media muy rápida e intrigante… y, a lo mejor, quién sabe, mañana se van ustedes a ver a su banquero de confianza y lo mirarán de otra manera.
Luis Mª García Grande
JAVIER LARA: El teatro no tiene que hacer preguntas que ya sabe para que el público piense y las responda, sino que debe ser un lugar con forma de pregunta.
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?… Empecé a hacer teatro en la universidad, cuando estudiaba filología inglesa. Me encontré con un grupo de gente muy talentosa y montamos IN VITRO TEATRO, que aun sigue. Mi primer papel fue Puck en El sueño de una noche de verano de Shakespeare. Lo que yo sentí en ese montaje fue definitivo para lo que hago hoy.
¿Realizaste otras facetas además de la actuación? En el inicio no. Después… después sí.
¿Qué es el teatro para ti?… Es la forma de expresar mi visión del mundo, lo cual te avoca a una forma de vida muy particular. El teatro es mi forma de vida, que se dice.
¿Por qué haces teatro?… Ahora no sabría no hacerlo. Al principio no tenía la experiencia suficiente para analizar porqué el teatro tiraba de mí, me dejaba llevar por el imán; y después cada vez que me lo he preguntado, la respuesta se ha ido matizando, aunque el sentimiento sé muy bien donde se encuentra. Ahora mismo, te diría algo así: Yo creo que forma parte de mi genética, de lo que se ha construido como mi identidad, que por alguna extraña y mágica razón la intuición me ha llevado al sitio donde descubro cosas que jamás descubriría si no me dedicara al teatro.
¿Qué balance harías sobre tu trayectoria?… Intensa, caótica y muy coherente. Mi principal tarea ha sido la que junto a mis compañeros, Carlota Gaviño, Leticia Rodríguez, Íñigo Rodríguez-Claro y José Padilla, generamos fundando la compañía Grumelot, que por cierto, este año hacemos diez años y estamos preparando algún evento homenaje a nuestra cabezonería y constancia. Y personalmente, he trabajado con gente que me ha dado grandes oportunidades, con la que he vivido experiencias realmente maravillosas, y otra con la que no tanto. No sé, trabajar con Alfredo Sanzol, Carlos Aladro, Pablo Messiez, incluso, fíjate lo que te digo, Gerardo Vera, Jorge Lavelli, y ahora, José Luis Gómez. Diferentes generaciones que se prestan a entenderse para comunicarse hoy, con las personas que hoy se acercan al teatro.
¿Qué función crees que ha de tener el teatro para la sociedad de hoy?… Yo creo que, primero de todo, el teatro se tiene que quitar de encima la responsabilidad de ser útil para la sociedad de hoy, así quizá, como consecuencia cale más profundamente en las personas que forman esa sociedad, de la cual también forma parte el teatro. La función concreta se va definiendo sola si realmente nos comunicamos mirándonos a los ojos, sin preguntarnos porqué lo hacemos, sintiendo realmente desde dónde nos hablamos. A ver si me explico, y termino así: para mí, el teatro no tiene que hacer preguntas que ya sabe para que el público piense y las responda, sino que debe ser un lugar con forma de pregunta. Ahora estoy sonriendo. Es un misterio. No sé si estoy preparado para responder a esto.
¿En qué proyectos has participado durante el último año?… MI PASADO EN B, el reto más importante de mi vida y el montaje desde donde más profundamente he sabido hablar, desde donde el impulso creativo ha sido más fuerte y claro. Es una historia cuya razón de ser es la ficción de la memoria. Una historia personal y particular, escrita e interpretada por mí; y dirigida y comprendida por Pietro Olivera. He estado de gira con MARIBEL Y LA EXTRAÑA FAMILIA, de Miguel Mihura, dirigida por Gerardo Vera, y con ese pedazo de vendaval escénico que es Lucía Quintana, además del resto de maravillas del reparto. El DON JUAN TENORIO que se monta cada año en Alcalá de Henares, dirigida por Carlos Aladro, donde me vestía de Don Luis Mejía, en compañía de Fernando Cayo y el resto de maravillas del reparto. EL 37 de José Padilla, para STORYWALKER, un extraordinaria inciativa de KUBIK FABRIK que lleva el teatro a la radio, al audio, acompañado por María Adánez y Lucía Quintana. LOS BRILLANTES EMPEÑOS, un trabajo fruto de seis meses de investigación a partir de los clásicos, con los miembros de Grumelot, más Rebeca Hernando, Mikele Urroz y José Juan Rodríguez; y Pablo Messiez, que estrenamos dentro del Festival de teatro clásico de Almagro, en el corral de comedias. Tengo que decir que nunca antes se había desnudado completamente nadie en ese histórico escenario. Y ENTREMESES de Cervantes, con el Teatro de La abadía dirigido por Jose Luis Gómez.
Háblanos de ellos… Para no extenderme mucho, sólo decir que a esto me refería cuando definía mi trayectoria como intensa, caótica y coherente: Aunque no todos los años son como este en cuanto a cantidad de producciones, siempre he intentado no estar parado; aunque aparentemente nada tiene que ver el Tenorio con MI PASADO EN B, por ejemplo, o cualquiera de las otras entre sí, siempre trato de hablar desde el mismo sitio, o mejor dicho, de buscar el sitio desde donde hablo, más allá de cuestiones de genero o estilo, de ser yo ahí. Quizá, el trabajo que más haya dado coherencia a este caos, haya sido LOS BRILLANTES EMPEÑOS. El reto de ser yo ahí, de estar ahí, en ese mundo tan particular que se fue creando poco a poco, en función de lo que nuestros cuerpos respiraban de esas palabras de Lope, Calderón, Quevedo, Tirso, etc. Según las premisas que Pablo Messiez nos ofrecía, según nuestras inquietudes como compañía y guiados por la sensibilidad de Pablo. Esta producción ha sido quizá la que más se acerque a lo que me preguntabas arriba, la que más responda, dentro de las que he hecho este año, a cuál debe ser la función del teatro para con la sociedad actual. Un lugar de encuentro de voces que se descubren a sí mismas en grupo, creando un espectáculo vivo, alterable con los días, que no está cerrado, que lo comparte con un público que consciente o no lo va modificando. De esta relación de comunicación creo que sale algo útil para las personas.
¿Cómo surgió tu participación en los ENTREMESES?… Hice el Taller de la palabra que organizó el Teatro de La abadía, con José Luis Gómez, Vicente Fuentes y Ernesto Arias. Allí decían que no era un taller para trabajar en la casa sino para familiarizarnos con el trabajo de la palabra. Yo tengo que reconocer que mis energías estaban totalmente enfocadas en poder formar parte de alguno de los elencos de La abadía. Trabajé mucho y se lo pedí tanto a San Juan de la Cruz como a José Luis Alonso.
Háblanos de este trabajo… Una vez dentro del elenco de Entremeses, mi trabajo ha sido, por un lado hacer un cursillo acelerado de cómo entendían en la casa, el director y esos actores, los conceptos que yo había trabajado en otros lugares, y hacerme agua con ellos, sin dejar de hacerlo como yo siento, desde donde se me impulsa a mí. Por otro lado, ponerme al servicio de un montaje, de unas energías, que ya fueron generadas hacía 18 años, cuando yo aun era un chavalín. Beber del limbo de la historia de ese montaje y meterme de lleno en ello para defenderlo. Carlota Ferrer también me ha ayudado mucho a hacerlo. Escuchar, reflexionar, y opinar; y jugar. Ahora mismo básicamente lo que hago es disfrutar jugando con mis compañeros y con el público que viene todas las tardes a verlo.
¿Cómo creas tus personajes?¿Tienes un método?… Con la imaginación y con el cuerpo. Tengo método, sí. Una mezcla de todo lo que he sentido que me hacía descubrir algo escondido o desconocido dentro de mí. El método de mirar afuera, incluso con los ojos cerrados. El método de que después de haber imaginado mucho, sólo tienes que ponerte ahí, estar atento y confiar en quien te acompaña y darle tu confianza. Cada trabajo va a coger de tí lo que necesita, y tu intuición te va a pedir lo que te falte.
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?… Destruyéndolo. No digo nada que alguien no sepa. Hay personas que no sólo no piensan en la utilidad del teatro en la sociedad de hoy, sino que creen que debe ser inutilizado. Aunque, como leí que decía Declan Donnellan, déjame que lo miro en el libro: «Aunque todos los auditorios fueran arrasados hasta sus cimientos, el teatro sobreviviría, porque el ansia que tenemos de actuar y que nos actúen es innata… el teatro no puede morir antes de que el último sueño haya sido soñado.» Espero que no tengamos que llegar a eso.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado?… LA CALMA MÁGICA de Alfredo Sanzol ¿Por qué?… Por su valentía tanto temática como formal, porque no hace más concesiones de las necesarias, y porque Alfredo es una buena persona que se estruja el ser para comunicar cosas, de forma aparentemente sencilla, que todos sabemos pero que pasamos por encima. Halla lo sagrado en la anécdota.
¿Proyectos?… Gira de ENTREMESES, alguno que no se puede decir, y escribiendo mi segunda pieza: EL GRAN SCRATCH. También sobre la ficción de la memoria pero no exactamente de mi memoria.
¿Alguna sugerencia para seguir creando en tiempos de crisis?…
Una vez le oí decir a Marcel Marceau que él le había oído decir a Orson Wells que Suiza era un país intrascendente artísticamente, porque como siempre había permanecido neutral en las guerras no había tenido necesidad de expresarse, ni había tenido visión de cambio de ninguna crisis. No es exactamente lo que dijo aunque yo lo recuerde así. Me acaba de llegar un WhatsApp: reunión de Grumelot.
«Fuego» de Antonio Gades y Carlos Saura en el Teatro de la Zarzuela.

«Volver a la tradición si se quiere evolucionar». Antonio Gades
La Fundación Antonio Gades, coincidiendo con el 10º aniversario de su muerte ha acometido el reto de poner en pie la versión de El Amor Brujo, que, con el título de Fuego, supuso el segundo acercamiento escénido del coreógrafo al ballet de Manuel de Falla. Este ballet es una obra de transición entre Carmen y Fuenteovejuna y la última de las colaboraciones entre Gades y Saura.
Es todo un acierto intentar rescatar un ballet y Gades nunca estrenó en España este «Fuego», debido a circunstancias personales, y ahora, dirigido por Stella Arauzo, la que protagonizó en 1989 la obra junto a Gades y la que ha heredado la forma de trabajar y parte del arte de Antonio, que se pone manos a la obra para recuperar este montaje.
Gades supo evolucionar y marcar una trayectoria en la danza española a partir de los clásicos por fin hemos podido apreciar esta obra de tránsito entre Carmen y Fuenteovejuna, en la que Gades el director empezó a introducir escenas más realistas, mostrando el carácter del pueblo, sus tradiciones, sus cantes y bailes y creando una atmósfera que resumen el carácter español a través de la danza.
La belleza de esta obra reside en la creación de una serie de escenas pintorescas sobre el flamenco y sus vivencias, insertándolas dentro de la obra de Falla, a la que también se le da un nuevo aire. Estas escenas, aparte de una coreografía excelente, característica de Gades, están creadas con una estética, esencial para otorgarle ese clasicismo a esta pieza, muy pensada por Gerardo Vera, que se encargó del vestuario y escenografía. Vera huyó de colores llamativos, propios de representaciones flamencas y teatrales, y le dio un giro de tuerca toda la obra unos colores ocres, más reales, pintando una serie de cuadros, con una escenografía sencilla en la que lo importante son los personajes. En ellos se pueden apreciar escenas de El Rocío, una zambomba jerezana, el amor herido, los celos… como si apreciásemos pinturas en una galería de arte, pero pinturas en movimiento.
Gades sigue vivo por su obra y hay que celebrar que se haya podido estrenar en España una de sus creaciones que recorrió medio mundo pero que nunca pisó el suyo.
Luis Mª García Grande.
Maribel y la extraña familia de Miguel Mihura
De la mano de Gerardo Vera, se presentó una nueva puesta escena de la que, se ha dicho, pudiera ser la mejor comedia de Miguel Mihura, “Maribel y la extraña familia” en el Teatro Infanta Isabel de Madrid. Una escenografía y vestuario de Alejandro Andújar, con aire de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado pero con un toque de modernidad, un vestuario espléndido que nos traslada a otra época, una caracterización en peluquería y maquillaje de Iris Dueñas y Sylvie Imbert respectivamente, impecables y un elenco de actores fantásticos que cantan, bailan… Alicia Hermida, doña Paula, brillante…arranca risas y aplausos, Markos Marín como Marcelo, nos conmueve cuando explica quien es y porque busca una mujer, Sonsoles Benedicto, doña Matilde es entrañable, Chiqui Fernández…Pili, fresca y descarada y Lucía Quintana una Maribel que te enamora por la honestidad de su personaje, una prostituta decente, y el resto, repito…fantásticos!. La representación se vio acompañada de aplausos espontáneos de un público que valoraba la maestría, nos hicieron pasar volando dos horas de teatro de verdad, del teatro que cuenta historias, que conmueve y que nos hace reír, ese teatro que pareciera que no existe y que da la casualidad que es real y es nuestro. Gerardo Vera le ha dado un aire nuevo y Miguel Mihura sigue siendo actual y casi revolucionario, les deseo una andadura de muchos éxitos, pues la cartelera teatral se merece espectáculos como este, fue un placer aplaudir a rabiar, no se la pierdan, me lo agradecerán.
Ángel Savín
Ester Bellver nos habla en esta entrevista de protAgonizo y Todas a la una, sus últimos trabajos para la escena.
Ester Bellver nos habla en esta entrevista de protAgonizo y Todas a la una, sus últimos trabajos para la escena.
Me gustaría que nos contaras como ha sido el viaje de tu anterior espectáculo…Desde cómo surge hasta el recorrido particular que has experimentado con él hasta la última función…
Es muy difícil relatar en pocas palabras cuatro años de una experiencia tan intensa como protAgonizo en la que no puedo diferenciar lo profesional de lo personal. El viaje no ha terminado aún, continúan saliendo funciones y disfruto mucho haciéndolas. Aunque estrene otros espectáculos no lo voy a abandonar, quedará en repertorio.
protAgonizo no fue algo previsto, un día me puse a escribir y no paré de hacerlo en seis meses. Escribía a todas horas. No lo hacía pensando en montar un espectáculo; algo pedía salir y simplemente no me opuse a ello. Le pasé el texto a algunos allegados, entre ellos a Agustín García Calvo, autor al que admiro y estimo. Él fue quién, tras la lectura, me animó a que hiciera una representación teatral con ello. Me puse a ensayar sin muchas pretensiones: si salía algo que mereciera la pena llevar a escena bien y si no, pues lo había intentado y me había servido de entrenamiento. Tras tres meses de ensayos hice un pase abierto para cotejar el trabajo con algunos amigos. Ellos me dieron el visto bueno y no solo eso: una amiga a la que le gustó mucho se ocupó de venderme un bolo en su pueblo, Aretxabaleta. Así fue que se estrenó protAgonizo. Después traté de traerlo a Madrid y fue la sala El Montacargas quien nos dio escenario. El espectáculo tuvo un éxito inesperado, se abarrotó enseguida de público y se prorrogó hasta cuatro meses. Nos llamaron después de Triángulo y posteriormente de AZarte. En ambas salas se prorrogó. También empezaron a salir bolos por el territorio nacional y finalmente, ¡sorpresa!, nos ofrecieron presentarlo en la sala de La Princesa del teatro María Guerrero, donde también se prorrogaron las funciones. ¿Quién hubiera podido imaginar esto? Aún ahora no me creo que haya sucedido. Llevamos hasta la fecha 141 representaciones que se han ajustado a muy diversos escenarios y circunstancias. Me gustaría mucho sacarlo fuera de España, especialmente tengo la ilusión de llevarlo a Argentina, pero todavía no lo he conseguido.
No puedo dejar de hablar de otro rincón muy importante que se ha venido desarrollando en este caminar sin tampoco darme mucha cuenta y que ha sido todo un descubrimiento. Se trata del terreno de la comunicación, el “marketing”, es decir, lo que es diseñar la campaña publicitaria de un espectáculo a partir de diversas acciones o performances (buzoneo de juanolas, pintar rombos -logo del espectáculo- a tiza por las calles, pintar cartones por las basuras con la información en lugar de poner carteles, intervenir otros carteles, intervenir muebles, contenedores…, y todo tipo de deshechos. Hacer fotos a todo lo que tuviera forma de rombo a mí paso y publicarlo en facebook, dar papelitos a la gente por la calle, etc). Me lo he pasado bomba inventando y realizando multitud de juegos que, además de dar muy buenos resultados, me ha proporcionado ratos muy lúdicos. Repartiendo papelitos he disfrutado de tener un contacto directo y por tanto humano con el público. Gracias a uno de estos papelitos llegamos al CDN. Estaba un día repartiendo a la puerta del Teatro Español y era Gerardo Vera –ex director de este teatro- quien extendía su mano para recogerlo.
¿Crees que vivimos tiempos en los que hay que tomar iniciativas personales si no aparecen de otro tipo?…
Como ya los ‘abuelos’ griegos decían “las cosas cambian para seguir siendo las mismas”. No creo que estos tiempos sean especialmente diferentes de otros, siempre es difícil sacar adelante proyectos ‘no comerciales’ o sometidos a modas y sin un respaldo económico un poco holgado. Pero cuando las cosas no salen por un lado salen por otro. Confío mucho en lo inesperado, no hay que desesperar. Muchas veces nos ofuscamos en algo y no vemos más allá. La vida siempre nos sorprende con caminos que no estaban contemplados en nuestro mapa. Suelen ser los más atractivos y reveladores.
¿Cuál sientes que ha sido tu trabajo en el anterior espectáculo…actriz, dramaturga, directora…?
¡Luchar contra todas ellas! ¡Intentar liberarme de ellas!
En el programa de mano pone que soy la actriz, la autora y la directora del espectáculo; hay que rellenar la ficha artística y cumplir un poco con lo acostumbrado…, pero, en cuanto a la dirección, siempre me han dado ganas de poner: un espectáculo sin dirigir, porque esa es la sensación que tengo. He marcado una partitura con algunos movimientos, eso sí, pero me siento muy libre de improvisar cada día según las reacciones del público y del propio directo sin atender rigurosamente a la propuesta de un director. Si se tercia cambiar algo sobre la marcha, o incluso darle la vuelta, lo hago. Asumo ese riesgo. Las funciones salen muy diferentes unas de otras. El texto, aunque lo he escrito yo, es como si hubiera salido solo, como si lo hubiera escrito otro y, en el trabajo como actriz, también he atentado un poco contra las normas: rompo, no la ‘cuarta pared’, la quinta. Un ejemplo: si no me acuerdo de lo que viene en el texto no pasa nada, en lugar de disimular se lo digo tranquilamente al público y saco el libreto frente a ellos para recordarlo. Comparto en el escenario mis errores y miserias, y la gente se reconoce en ellos. Por eso nos entendemos bien. Desempeño también las labores de producción, marketing y comunicación. Este trabajo requiere muchas horas y dedicación pero lo hago con mucho gusto, es un juego para mí, otro escenario.
¿Cuáles han sido las reacciones del público durante las representaciones?…
protAgonizo es un espectáculo que emociona y toca profundamente al espectador. Haciendo este espectáculo he descubierto cuán parecidos somos y que lo que consideramos tan íntimo y particular es absolutamente común. El público se reconoce en las vivencias y recuerdos de uno. Mucha gente me ha venido a decir que sentía que le estaba contando su vida; a otros les salía dar las gracias. Yo creo que sienten que algo que estaba dormido se les ha despertado. Lo que es precioso es ver cómo de repente una persona desconocida te habla como si fueras su amiga. Es así como me tratan tras la representación.
¿Cómo ves el panorama teatral actual tras los recortes en cultura?…
¿Cómo lo voy a ver? Pues que esto se derrrumba, el sistema y con él la cultura que esté sometida a él. Tarde lo que tarde, se cae. Eso es inevitable porque este mundo, tal y como está planteado, es un despropósito. El teatro de verdad sin embargo no morirá nunca, las adversidades le hacen fuerte. Sí es verdad que tengo mis miedos y me cuestiono si se podrá seguir viviendo de él, pero en esas mismas está mucha gente de otras profesiones.
Háblanos de tu nuevo trabajo…¿Cómo surge…de qué va?…
Se titula Todas a la una y se trata de una selección de textos de diversa índole (drama, poesía, canción, relato, romance, cuento…) de Agustín García Calvo. Ya os he comentado antes que es un autor al que admiro mucho. Agustín es Premio Nacional de Teatro, de Ensayo y de Traducción. Sin embargo, su extensa, rica y variada obra, inconcebiblemente está injustamente marginada de los escenarios. Con esta puesta en escena pretendo acercársela al público al menos un poco. Vaya para la muestra este botón.
¿Alguna sugerencia para seguir creando en tiempos de crisis?…
No pensar en ella, no creer mucho en esas cosas y tirar ‘pa lante’.
Debe estar conectado para enviar un comentario.