Amparo Larrañaga: Lo mío ha sido una carrera de fondo
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?…¿Realizaste otras facetas además de la actuación?…
Empecé con 15 años en el teatro de La Villa de Madrid. Con una función que se llamaba «Solos en esta tierra» de Manuel Alonso Alcalde. Hacía el personaje de la novia muerta de un soldado. La verdad es que yo me lo pasé en grande. Pero también entendí que tenía que prepararme si quería hacerlo bien. No sabía que hacer con las manos y me pusieron una sombrilla para que no las moviera tanto. Teniendo en cuenta que era un fantasma que se le aparecía a su novio en las trincheras, quedaba un poco absurdo. Entonces empecé a estudiar en la escuela de Don José Franco, maestro de maestros. Él me enseñó muchas cosas, entre otras, incluso a recitar el verso. Y desde entonces, no me he dedicado a otra cosa que a esta profesión. Antes estaba en el colegio estudiando. Era muy jovencita.
¿Qué es el teatro para ti?…¿Por qué haces teatro?…
Cuando tenía 18 años, presentaba un programa que se llamaba Aplauso. Lo dejé a los dos meses para irme de gira con una obra. Ya entonces entendí que sentía pasión por el teatro. Es mi droga. Salir cada día al escenario es para mi un reto, me emociono en los saludos cuando miro las caras de la gente. Se me quitan los dolores físicos y emocionales. El ejemplo para mi más claro es el de Hermanas. Empecé a ensayar esta obra al mes de morir mi padre. Era una función que hablaba de eso. Arrancaba con el funeral del padre de las tres hermanas de la obra. En un principio no sabía como iba a poder tirar. Pero resultó que el teatro convirtió esa experiencia vital tan dolorosa en una de las más hermosas de mi vida. Me sirvió de terapia, de desahogo, de homenaje. Fue sorprendente y único. Por todas esas cosas amo lo que hago.
¿Qué balance harías sobre tu larga trayectoria?…
Lo mío ha sido una carrera de fondo. Empecé con 15 años y a mis 51 puedo decir que no he dejado de trabajar nunca. He hecho de todo, aunque la mayor parte de mi vida profesional la he dedicado al teatro. Y estoy muy satisfecha. Y con la empresa teatral que tengo con mis hermanos, me puedo permitir una independencia muy grande. No se puede pedir más.
¿Qué diferencia hay para ti del teatro que se hacía en tus principios al que se hace hoy en día?…
Bueno. Son innumerables las diferencias. Antes los actores de teatro eran famosos por eso. Por hacer teatro. Hoy en día es distinto. Si no haces televisión, tu carrera es mucho más complicada. Ahora hay menos aficionados al teatro. Quiero decir, de los que van a todo, no una vez al año. Se demandan más comedias y las obras con descanso y dos actos, ya apenas se escriben. Dependemos mucho de las redes sociales y el boca a boca es muy rápido gracias a eso. También hay un relevo generacional importante en el espectador y en el público. Antes tenías que tener una madurez para ser la primera actriz de una compañía. Mientras tanto, eras la Dama Joven. Por eso las primeras actrices interpretaban personajes que tenían mucha menos edad que ellas. Y con los chicos igual: primer actor o galán joven… Ahora eso es muy distinto. Y las giras eran mucho más duras por los transportes y las carreteras. Ufff… Eran durísimas. En fin… Cosas han mejorado, cosas han empeorado. Sin duda. Pero ahí seguimos a pesar de todo.
¿Qué función crees que ha de tener el teatro para la sociedad de hoy?…
El teatro es un bien social. Y así debe ser visto. Da igual que sea un medio para expresar ideas de cualquier tipo, o como entretenimiento o como una expresión de arte. Es un género literario convertido en espectáculo. Alguien dijo que cualquier sociedad, por más desarrollada y autónoma que sea, necesita del arte y la cultura para prevalecer y sobresalir sobre las demás. Cuando hablamos de teatro hablamos también de creatividad, de valores sociales y de factores muy importantes como la sensibilidad y la expresión artística.
¿En qué proyectos has participado durante el último año?…Háblanos de ellos…
En febrero de 2014 terminé Hermanas y en abril estrené El Nombre. Teniendo en cuenta que afortunadamente está siendo una obra con mucho éxito, no podré participar en otro proyecto hasta el 2016. Imposible compaginarlo con nada de televisión u otra cosa. También hay que dejar horas para descansar y vivir fuera de los escenarios y del trabajo.
¿Cómo surgió “El nombre”?…
El Nombre es una obra que se había interpretado en muchos países con mucho éxito. La versión de la obra en Cataluña la hizo Jordi Galcerán, con el que tenemos una gran relación. Y los dueños de los derechos pertenecían a otra empresa privada como la nuestra: nuestros amigos de Focus con los que ya nos habíamos asociado para hacer Hermanas. Hacía dos años que ya había pasado por la cabeza de mi hermano Pedro, que es el productor de nuestras obras, hacerla en Madrid. Pero ha sido ahora el momento oportuno de hacerla para nosotros. Y ahí estamos. De momento en Madrid hasta noviembre y luego de gira por toda España.
¿Cuál es tu método de trabajo?¿Cómo creas tus personajes?…
No tengo ningún método personal. Leo la obra y si me gusta y me lanzo a hacerla, me la aprendo rápido para poder olvidarme del texto y empezar a crear el personaje con el director y los actores. Sin más. A veces con más acierto, a veces con menos.. pero no trabajo sola nunca. Siempre de acuerdo con el autor (o versionador si la obra es extranjera) con el director y con mis compañeros. Es un trabajo de equipo.
¿Hay algún proyecto que nunca pudiste realizar y te gustaría?…
No. No tengo ninguna espina clavada respecto a eso. De momento…
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?…
La subida del I.V.A nos a convertido en una profesión con un 73% de paro. Y eso sin contar técnicos, transportistas, etc… Ha destruido a la empresa privada sin tener en cuenta que de atacada, el teatro tiene ya un 40% de impuestos: 21% de I.V.A, 10% de autores y 10% de venta por internet. Negocio de riesgo además. Estamos pasándolo muy mal. Pero esto es muy largo de contar. Merece una entrevista solo para hablar de esto. Es muy injusto.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado?¿Por qué?…
Haciendo teatro, me resulta casi imposible acudir a ver ningún espectáculo. Así que tengo que priorizar con los de mi familia y amigos. Los últimos: Los hijos de Kennedy, me encantó. La había hecho mi madre en los 70 y me acordaba de muchas cosas!. El Crédito: la maestría de dos actores geniales y de un autor magnífico. Locos por el té: adoro ver a mi madre en un escenario. Y casi muero de la risa. Verónica: una obra de miedo! Diferente, distinta. El viaje a ninguna parte: otra obra con la dirección de Carol López y con mi Amparo Fernández interpretándola. Me encantó. Post Coitum: con la impecable dirección de mi amigo y compañero Antonio Molero. Dos actores más naturales imposible y el placer de sentarte en un teatro alternativo: El Teatro del Arte.
Los hijos de Kennedy de Robert Patrick en el Teatro Cofidis
Los hijos de Kennedy son cinco historias para cinco actores, la clave está en elegir bien el reparto y en este caso es bastante acertado. En realidad son cinco monólogos que se intercalan e interrumpen el uno en el otro en un espacio fantasmagórico que podría ser un bar abandonado tras la hecatombe ocurrida en una gran ciudad de Norte América. El texto de Patrick nos sumerge en la mente de cinco juguetes rotos de un tiempo que ni en el recuerdo consigue ser mejor de lo que fue. Esta obra analiza, a partir del asesinato de Kennedy, lo que hay tras la fachada de una aparente sociedad feliz y próspera; nos muestra los fracasos de los deseos que a veces, equivocamos tener. Hay tres personajes que se prestan más a jugar interpretativamente…La señora que vive de sus recuerdos que interpreta Emma Suárez con precisión y la aspirante a Marilyn que hace Maribel Verdú, emparentada con el actor off al que da vida Fernando Cayo, los dos personajes que sueñan con el éxito son un verdadero viaje entre el deseo y el fracaso que realizan magistralmente los dos actores. Los personajes a los que han de dar vida Ariadna Gil y Alex García tienen menos aristas dramáticas a las que dar contraste escénico.
Adolfo Simón
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