Inma Cuevas, en su faceta de directora, nos regala una historia realmente enternecedora escrita por Jennifer Haley. Tratar sobre temas tan personales sobre la demencia o el alzheimer es arriesgado, pero son temas que el Teatro debe abordar y Haley ha sabido construir una historia caleidoscópica entre dos mujeres, la escritora que padece la demencia temprana y su cuidadora, una joven de vida algo caótica. «Mujeres que necesitan enfrentarse a sus miedos para poder avanzar» dice Cuevas que con su tamiz de directora aporta calidez a la historia, algo de juego y mucha delicadeza en la relación que crea entre los personajes.
Ayuda la experiencia de una veterana como Mónica Bardem, que despliega todo su saber actoral y el rescoldo de su apellido para hacer un personaje creíble, sólido y realmente complicado, como el de la escritora Alida. Por su parte Carmen Ibeas encarna a Beth, la joven cuidadora con frescura y versatilidad, siendo fiel a los patrones que le gustan a Cuevas para su teatro.
Una obra comprometida, responsable y digna de ser representada y vista por primera vez en España y que se hace necesaria por su temática para poder sensibilizar y hablar de cosas y realidades de las que nos cuesta hablar…
Después de su rápido paso por el Teatro de La Abadía, podemos volver a disfrutar de este pequeño caramelo escénico que tanto placer nos ha dado. Silvia Marsó se empeñó en producir este montaje, basado en la obra homónima de Stefan Zweig, después de ver su estreno en París y le ha salido una pequeña joya que se adapta perfectamente a su formación y carrera escénica sólida y con una calidad insuperable que completa gracias a rodearse de profesionales como el director Ignacio García y los actores Felipe Ansola, Germán Torres y Gonzalo Trujillo. Un montaje, sencillo e intimista, con música en directo bien interpretada, creado para dar protagonismo a los actores y a la música e interpretación, haciéndonos disfrutar de este musical de cámara que nos sumerge en la vida de una mujer durante veinticuatro horas, una mujer que ante un desafío amoroso, tiene que vencer las conveniencias sociales y seguir su propio instinto, apostar, sin importarle qué puedan opinar de ella y qué consecuencias pueda tener y que nos hace reflexionar sobre nuestra vida…¿De verdad estamos viviendo la vida que queremos o la que nos quieren imponer los demás?
Luis Mª García Grande
24 horas en la vida de una mujer. Sesion de fotos.
24 horas en la vida de una mujer. Sesion de fotos.
El Amor es así…De repente entras en un café y la seducción se te cuela por los poros igual que el humo de un cigarro entra por la nariz aunque no quieras… el humo recorre tu cuerpo, entra en tus pulmones, llega a tu sangre, pasa por tu cerebro, en la mayoría de las ocasiones, vuelve a salir y se queda en el aire de nuevo…y aquí no hay quien respire! Un recorrido que todos adivinamos y, aunque advertidos por la experiencia, inspiramos una y otra vez como si fuese la primera, a pesar de haber pasado por rupturas, olvidos y decepciones.
Félix Sabroso se ha pertrechado de dos estupendos actores para hablarnos del amor en todas sus facetas, entre la comedia y la tragedia, entre lo espiritual y lo carnal. Sin perder un ápice de la ternura,frescura y petardez que emanaban sus guiones se atreve a poner a interpretar y cantar a Bibiana Fernández y Manuel Bandera, dos abanderados en el amor con una larga trayectoria a sus espaldas en estas lides. Bibiana ha ganado hondura, sentimiento, pasión cuando canta… y no ha perdido ese tipazo, sensualidad y esas piernas que harían salivar a cualquier hombre que la vea entrar en un café. Manuel Bandera lleva la seducción en los ojos pícaros y sus movimientos acaramelados a ritmo de salsa, copla y cha-cha-chá. Juntos interpretan a una pareja explosiva por la que fluye el amor a ritmo de música española: de Raphael a Fangoria pasando por bolerazos y canciones que nos hacen elevar nuestro alma o sepultarla entre la tierra.
Es una oportunidad única para disfrutar de dos grandes actores cantando en directo acompañados por el piano de Guillermo González y rodeados de la escenografía de Alberto Puraenvidia. Una escenografía perfecta para el Teatro Infanta Isabel, con un toque modernista pero a la vez contemporáneo y elegante que dota a la actuación de toda una gama de barnices y terciopelos apropiados para vivir una gran pasión o un gran desencuentro…
Esta propuesta de teatro alrededor del mundo del erotismo y el voyerismo tiene un buen anzuelo en el título, de este modo, se acercará ese público no habitual al teatro, atraídos por la posibilidad de vivir una experiencia no convencional. En su origen había un viaje espacial, ahora han trasladado la propuesta a la italiana y en un escenario donde conviven espacios públicos y privados, nos desvelan esos lugares de deseo reprimidos o no vividos con plenitud por culpa de una sociedad castrante. Un viaje morboso que nos deja entrever cuerpos y relaciones atrevidas, sin caer en la vulgaridad.
Adolfo Simón
En la dictadura franquista había pocos oasis en los que respirar un poco de libertad, como siempre, el teatro era el espacio donde poder huir del horror de aquel tiempo. La escena en todas sus expresiones, salas convencionales o al aire libre se convertían en lugares de encuentro y comunicación. Recuerdo que en las fiestas de mi pueblo, en verano, se montaban verbenas en descampados donde actuaban los cantantes populares de esa época. A esos eventos acudían hasta los que no iban nunca a ningún festejo, como mis padres, por ejemplo. Un año, se anunció como gran evento la actuación de Rafael Conde «El Titi», un cantante de copla peculiar y pintoresco. Días antes del evento, de la mano de mi madre, pasamos por una calle donde estaban el cartel de dicha actuación y mi madre me dijo…»Mira, el sábado iremos a ver a El Titi»…quería decir que irían ella y mi padre porque no era apto para menores. Aquella imagen de El Titi se quedó grabada en mi cabeza…Un personaje con pose provocadora y vestuario extravagante. Años después, cuando pensé en esos festivales de cante entendí porque iban a este tipo de actuaciones, seguramente, les haría olvidar la grisura del día a día y poner fantasía y humor a sus vidas. Anoche, viendo a Miguel de Molina al desnudo pensé en ese tiempo y en lo difícil que debió ser sobrevivir a tanta miseria. Miré alrededor mío, en el patio de butacas y vi de nuevo a mucha gente que acudía a recordar unas canciones, un tiempo y unas experiencias que por suerte ya son pasado…La emoción se instaló entre las butacas y durante hora y media disfrutamos del enorme talento de Ángel Ruiz que por momentos parece la reencarnación absoluta de aquel mito de la canción.
Adolfo Simón
Hubo un tiempo en este país… ¡si cabe más oscuro! en que una suerte de tiranía intentó juzgar la libertad del Rey de la copla…
Desterrado el silencio durante demasiados años en el “misterioso país de las lágrimas”, ha vuelto de su exilio. En presencia de Ángel Ruiz, escritor y alado intérprete de Miguel de Molina al desnudo, sentí que con “el corazón se puede ver bien, que lo esencial es invisible para los ojos” y que ese, mi arrebatado corazón, me dijo en el estreno de esta conmovedora creación, producida por el televisivo Jorge Javier Vázquez, y dirigida con maestría por Juan Carlos Rubio, que no se debe juzgar a Miguel, que al gran Molina sólo se le puede contemplar, escuchar y amar.
Admiro su libertaria escuela de la vida, consagrada al ejercicio de una única pasión: la creación autodidacta sin ataduras, adoradora de un único ideal, el de la LIBERTAD y la firme creencia de que todos los seres humanos, siendo tan diferentes, anhelamos al unísono la verdad y la felicidad.
No aceptar nunca una orden, tuvo el precio de la precoz partida, la persecución, la tortura y el exilio para siempre jamás.
Musical autobiográfico en el que la confesión con alegre desparpajo, revuelve en las butacas a un público que embargado por un torrente de vida, comparte con el protagonista confidencias, sentimientos, profundos deseos, anhelos y tristezas. Y también alegrías, envueltas en un puñado de canciones, impregnadas del mágico piano de César Belda.
Paloma Martín
Oyendo el buscón escrito por Quevedo uno no puede menos que maravillarse de la belleza del lenguaje con el que hace cabriolas para llenar nuestra cabeza de mil emociones e ideas. El viaje que describe con este personaje y todas sus peripecias nos muestra una radiografía perfecta de aquella época y de la actual, porque, desgraciadamente, poco ha cambiado la gente en este país, seguimos siendo los mismos trepas que pretendemos conseguir todo sin esfuerzo y pisando el cuello de todo el que se cruce en nuestro camino. No hace falta darle contemporaneidad a la puesta en escena ni a la interpretación…Tranquilamente podría este buscón presentar un telediario de los que cada día en la televisión nos muestra los abusos del poderoso y del que está a sus órdenes. Una propuesta despojada, una silla y unos elementos, suficiente…junto a la compañía de una intérprete musical que crea las atmósferas precisas. Y claro, un actor a pecho descubierto, con la edad precisa para dar vida a este pícaro de siempre.
Adolfo Simón
DER ZEIT IHRE KUNST…
por Pablo Huetos (compañía Teatro defondo)
Verano y crisis: dos condicionantes que hacen que el teatro florezca en Madrid de formas muy variadas. Un paseo por el panorama teatral madrileño en esta situación nos permite ver la cantidad de sinergias que se están movilizando para luchar contra la parálisis que parece querer imponer un Gobierno insensible y estrecho de miras.
Me encanta el lema de la Secesión vienesa: “Der zeit ihre kunst, der kunst ihre freiheit” (“A cada tiempo su arte, a cada arte su libertad”). Parece que la cultura y el arte lo han revisado recientemente, están despertando de un letargo producido por la comodidad de años anteriores y se están poniendo manos a la obra (valga la expresión) para generar públicos, interesar a todos los sectores de la sociedad y dar un servicio social a todo aquel que se siente perdido, ahogado o enrabietado por el crujido de nuestros huesos aplastados por la enorme rueda del sistema, parafraseando a Herman Hesse (aunque ponerse demasiado germanófilo no parece lo más adecuado en estas horas).
La efervescencia de las artes escénicas en Madrid es, según algunos amigos argentinos, lejanamente comparable con el Buenos Aires del Corralito. El fenómeno, sin embargo, es extraordinario: se multiplican los lugares de muy diverso formato donde mostrar distintas expresiones escénicas. En los últimos meses, por ejemplo, se ha abierto La Neomudéjar de Atocha, un espacio maravilloso (antiguos almacenes de RENFE) dedicado a la videocreación, el arte y la performance que trata de paliar un inmenso vacío; se ha abierto también Nave 73 en Embajadores, donde he tenido la fortuna de trabajar con Escriba su nombre aquí frente a un público deseoso de recibir historias sobre lo que le está pasando ahora mismo; también en Embajadores acaba de abrir La Belloch; se reafirma en el panorama la Kubik Fabrik, una sala en pleno barrio de Usera levantada con muchísimo esfuerzo y disgustos y contra la aplastante burocracia que, parece, sí va a conseguir acabar con otro precioso sueño, el de Garaje Lumiere; prosperan los lugares de investigación, formación y ensayo; los microteatros (dentro de poco se abren nuevas salas en la plaza de Luna), teatros “S” (la Sala Tú, Nudo Teatro, Estudio 2…), cafeterías que ofrecen espectáculos, teatro en lugares inhabituales (como la experiencia hecha en el Hotel Intercontinental por los compañeros de Metatarso), teatros “M”, como El Sol de York que se está haciendo un estupendo hueco en el barrio de Chamberí con programación tan interesante como Muda, de Pablo Messiez, Cuando fuimos dos, de Cría Cuervos… todo ello para complementar la oferta, bien distinta, que ofrecen los teatros talla “L” y “XL”. Todo esto está enriqueciendo y dotando de densidad al tejido teatral madrileño, algo muy necesario tras los recortes y los abusos impositivos.
Ahora mismo la sensación es que hay programación para todos los tipos de público. Ahí van algunos ejemplos:
El estreno de Maribel y la extraña familia, con dirección de Gerardo Vera, en el Teatro Infanta Isabel nos remite a los teatros de mayor capacidad. El espectáculo es una buena forma de conocer o revisitar a Mihura y tiene un reparto encabezado por una estupenda Lucía Quintana. Es un espectáculo sin pretensiones ni mensajes, una comedia entretenida para pasar una tarde de verano. Seguro que va a hacer una gira muy extensa. En ella pueden encontrar satisfacción, especialmente, aquellos espectadores que buscan un teatro conocido y sin sorpresas.
En un sentido parecido (que no igual) se estrenó en el patio del Teatro Galileo La esmeralda de Kapurtala, que continuará allí durante todo el verano como parte de la programación de Veranos de la Villa. En este caso el espectáculo tiene una propuesta basada en la comedia, la interacción con el público y el cabaret, que funciona muy bien en un ambiente distendido en el que la gente cena mientras ve el espectáculo. Es una buena ocasión, además, para conocer a parte del equipo de Teatro de Malta que ganó el Premio MAX a Mejor Espectáculo Infantil en la última edición hasta la fecha, con Alegría (palabra de Gloria Fuertes).
También en un contexto puramente veraniego se celebra el Festival Fringe en Matadero Madrid (y en algunas salas asociadas como Lagrada o La Cervantina). Se trata de una propuesta que prima los lenguajes escénicos contemporáneos. Allí hemos visto Las amistades peligrosas, de Metatarso Producciones, un espectáculo arriesgado y redondo que espero que dé mucho de qué hablar porque está hecho con calidad, imaginación, trabajo, talento, frescura… Es ésta una propuesta de teatro a la italiana, pero también se pueden ver propuestas en espacios inhabituales (a veces inverosímiles) como el tejado, un callejón… a esto se une una actividad de mesas redondas y conciertos gratuitos que atraen a mucho público (como en el caso de María Betania) o a no tanto (en el caso de propuestas más “ambient”), pero que siempre han conseguido que haya mucha circulación de gente en la zona de Arganzuela. Por lo que nos comenta alguno de los participantes en el Fringe 13 la asistencia de público teatral también ha sido irregular: en general las compañías madrileñas han sido capaces de movilizar a mucha gente, pero varias compañías “foráneas” han visto que la promoción para dar visibilidad a sus propuestas no ha sido la más adecuada. Recordemos, en cualquier caso, que se trata de un Festival con una media de actuaciones de 8 por día, aproximadamente.
En salas de aforo mediano, como Cuarta Pared, hemos visto La fiebre, dirigida por Carlos Aladro. Es otro caso de teatro que la gente necesita ver hoy en día. Igual que en el caso de Escriba su nombre aquí, en Nave 73, o de Allí, en la Sala Nudo, el público está deseando ver en escena un reflejo, sea realista o más poético, de la tormenta de ideas, sensaciones y sentimientos que nuestras almas están experimentando en los últimos años.
Este análisis, evidentemente, se queda cortísimo, pero permite sacar una conclusión: que el teatro en Madrid, lejos de agonizar, está más vivo que nunca. Las condiciones laborales y salariales no son siempre las más adecuadas, los ingresos de taquilla han bajado en los grandes espacios y el 21% de IVA hace que las cuentas no cuadren ni comiendo arroz para desayuno, comida y cena, pero hay un gran sector de la profesión que necesita expresarse y dar voz a sus conciudadanos y que está generando nuevos ámbitos y posibilidades para que el teatro sea viable y accesible. Y hay mucha gente que se está acercando al teatro para encontrar un sentido de comunidad, un sentido de energía colectiva que, quizá, sea una de las mejores herramientas que tengamos para enfrentarnos a la bomba de succión del neoliberalismo.
Basada en la película homónima que hizo saltar a la fama a Félix Sabroso y Dunia Ayaso, llega a la cartelera madrileña esta obra que nos habla de la pasión de tres hombres por Lucas, el mazizorro de turno. Desgraciadamente, Lucas acabará acribillado a cuchillitos de celos y pasión y el texto sigue así de alocado y estrambótico. Seguramente ustedes ya hayan visto la película y sepan de qué va la historia, pero es interesante ver cómo se ha adaptado al teatro y además se ha intentado hacer un musical con ella. La verdad es que no es un musical en el propio sentido de la palabra, es una obra de teatro con canciones de por medio, una comedia musical, o como ustedes quieran llamarlo… me refiero a que las canciones no son lo más importante en la obra, son un condimento y con los condimentos conviene no pasarse o se estropea el cocido.
Lo importante es que se ha mantenido el estilo de la película adaptándola a los tiempos modernos y creando una escenografía fluida e impactante que da ese dinamismo policíaco que esta obra necesita. Los actores saben manejarse muy bien dentro de sus papeles, midiendo bien los límites para no caer en algo que podría parecernos mediocre, a pesar de que tienen que interpretar unos estereotipos muy marcados para dar carácter a su papel y en esto ha intervenido la dirección de Israel Reyes.
Si quieren pasar un buen rato y «desconectar» con una comedia liviana para este calor acérquense a ver al buenorro y pobre Lucas.
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