Revista digital de Artes escénicas -Año 9º-

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Mano a mano, cuadro a cuadro en el Museo del Prado para celebrar el Día Internacional de los Museos

No hay mejor manera para celebrar el Día Internacional de los Museos que a través de una propuesta escénica. Hace ahora un año, se estrenó en el CDN la obra Mano a mano, un espectáculo teatral en el que dos intérpretes dialogaban a través de palabras y lenguaje de signos. Desde entonces han recorrido muchos escenarios y hoy han incluido algunos cuadros de la colección del Museo del Prado para participar en el marco Las colecciones crean Conexiones. Sigue funcionando el trabajo porque los juegos y cuentos permiten dar cabida a los lienzos elegidos. Hay mucha química entre Magda Labarga y Christian Gordo, sigue fresca su poética y atrapa a los espectadores gracias a la dirección de Eugenia Manzanera. Tras la función hubo un breve encuentro con el público.
Adolfo Simón

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3 proyectos, 3 encargos. Apuntes e impresiones.

magdaMi trabajo es mi manera de conocer el mundo, de pensarlo. Cada proyecto, tanto si se trata de un encargo como de un proyecto personal –he descubierto que eso no importa- se convierte en una herramienta, un instrumento para acercarme a algo que desconozco. No suelo tener esto presente cuando empiezo, imagino que no me serviría de nada, más bien me bloquearía. Comienzo a tientas y a tientas avanzo, fiándome de vagas intuiciones. Un día me sorprendo, sucede el descubrimiento y entonces me doy cuenta, comienzo a comprender algunas cosas. Así es, más o menos, como sucede. Aunque a estas alturas una sabe que por deformación profesional es fácil que se cuele algo de fábula en estas reflexiones. En cualquier caso, tanto si estos apuntes e impresiones son mis fabulaciones como si son otra cosa, me sirven para consignar fragmentos de lo pensado y aprendido con los tres apasionantes encargos que he realizado esta temporada: El lector de Romeo y Julieta, Mano a mano y Cuentos sin motivo aparente.

Los tres trabajos están ligados a tres espacios muy diferentes: el salón de una casa para El lector de Romeo y Julieta, un teatro para Mano a mano y un museo para Cuentos sin motivo aparente. Los lugares hablan, invitan a jugar de diferente manera, proponen relaciones. La casa impuso cercanía, intimidad, la experiencia del voyeur. El teatro, que asumió su condición de espacio de comunicación, sirvió para contar problemas de comunicación. El museo propuso un recorrido, una invitación a jugar con la distancia y el punto de vista. Los espacios dieron sentido y forma.

Uno. El lector de Romeo y Julieta
José Luis Sáiz me invita a revisar la obra de Shakespeare desde un personaje implicado en la tragedia: Fray Lorenzo. Entre los dos elaboramos la dramaturgia. El salón de su casa se convierte en “Sexto derecha”, un lugar de representación. En un primer momento, lo evidente (y divertido) es que un amigo me invita a jugar a su casa. Luego, la casa es lugar de trabajo, y José Luis, el actor generoso y arriesgado con el que me acerco por primera vez como directora a ese autor prodigioso e inagotable que es William Shakespeare. En el proceso, preguntas, descubrimientos, placer.
Seguir a Fray Lorenzo en Romeo y Julieta significa seguir a un hombre bueno que comete errores. Un insensato con buenas intenciones y sin fuerzas. Los grandes personajes de Shakespeare urden tramas, actúan y se observan actuar, reflexionan sobre lo que hacen. Fray Lorenzo urde una trama, una red en la que quiere atrapar a Montescos, Capuletos, a Verona. Pero es un mal dramaturgo, su propia red le atrapa, le falta grandeza para darse cuenta y actuar en consecuencia. Nuestro Lector percibe todo esto y decide poner a prueba al personaje, jugar con él, sin saber que, al hacerlo, está él mismo cayendo en otra red. La lectura de la obra se convertirá para el Lector en una toma de conciencia. ¿Quién es este Lector? ¿Qué hacemos para hablar acerca de lo que no podemos hablar? Harold Bloom dice en su Shakespeare. La invención de lo humano que las obras le leen mejor de lo que él las lee. Eso es lo que sucede en El lector de Romeo y Julieta.

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Dos. Mano a mano.
Otro amigo me invita a jugar. Miguel Cuerdo me propone hacer un espectáculo de narración oral y lengua de signos junto a un artista sordo. No se trata de contar y traducir, me dice, “me gustaría que hicieras otra cosa”. Acepto. Tengo una sensación de lo que quiero, pero –y esto es curioso para alguien que se dedica precisamente a comunicar, a contar- me cuesta trabajo expresarlo con claridad. Menos mal que llamo a Eugenia Manzanera para dirigir. Su visión es esencial, su talento para la comedia, impresionante. Antes de comenzar los ensayos leo “Veo una voz” de Oliver Sacks. Gracias a él me doy cuenta de lo poco que sé. Inés Enciso, una de las productoras, me dice que no solemos definirnos por nuestras carencias, por lo que no sabemos hacer, sino por nuestras potencialidades, por lo que sí sabemos. Esa reflexión se convierte en un eje del trabajo. En el espectáculo, mis carencias y las de Christian Gordo, el artista sordo con el que trabajo, están al mismo nivel, jugamos con ellas. No hay drama. Hay una tarea que llevar a cabo juntos y hay problemas que resolver. La belleza y la alegría surgen de lo que cada uno sabe hacer mejor y de las dificultades superadas. El espectáculo cobra forma. La esquemática selección de textos se ha convertido en otra cosa gracias a la hermosura de los gestos de Christian, la impresionante capacidad de Eugenia para el humor, las luces de Juanjo Llorens que convierten el espacio en algo parecido a una pista de circo transformando lo que hacemos en una proeza, un juego de equilibrios en el alambre de la comunicación. Todo encaja. Contamos cuentos, contamos lo complicado que resulta entendernos y lo divertido y enriquecedor que resulta intentarlo. Contamos el maravilloso poder liberador de la risa y el juego.

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Tres. Cuentos sin motivo aparente.
El CA2M me propone contar cuentos en la exposición Sin motivo aparente. Una exposición sin concesiones. A primera vista, obras herméticas, ásperas. Yo debo tender un puente sin traicionarlas. Jugar con ellas sin imponer mi juego como el único posible. Tengo que mostrar un camino entre muchos, una manera entre otras de jugar, leer, entender, interpretar. Cada obra puede ser tanto la respuesta a una pregunta no formulada como una pregunta sin respuesta.
Escojo seis que me atraen por su hermetismo, o porque sí, o por su humor y su poesía. En algunos casos su poder de seducción me resulta inexplicable. Pero lo cierto es que en todas ellas descubro un juego escondido. El recorrido que propongo implica un uso del espacio diferente en cada una. También una distancia distinta y un uso de los sentidos diferente. Me doy cuenta de que lo que hago es imaginar para que otros imaginen. Supongo que el arte es, a ratos, simplemente eso. Si ahora tuviera que ponerle título seguramente no sería el mismo. Utilizaría un verbo, no un sustantivo, Contar sin motivo aparente, o incluso Jugar sin motivo aparente. Respondería mucho mejor a lo que siento en la visita cuando cuento lo que las cosas me cuentan, cuando juego con ellas.

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De un tiempo a esta parte soy muy consciente de lo que el arte tiene de juego. Los tres proyectos son tres juegos. Artefactos para indagar, para conocer. En un folleto leo una cita de Jung, “la mente creativa juega con el objeto que ama”. Dejarse enamorar por un objeto, una idea, una emoción, o hasta por una vaga sensación, y luego jugar. Es eso y ya está.
magda-4Magda Labarga


Fernando Cayo nos habla de sus experiencias en el teatro

FernandoCayo¿Qué es el teatro para ti?

El teatro para mi es sobre todo un camino de enriquecimiento personal, una manera de ponerse en contacto con la íntima creatividad y emocionalidad y proyectarla en un trabajo en equipo destinado a compartirlo con la sociedad con la que vives. Una estupenda manera de disfrutar de la literatura de una forma viva y vibrante y de conocerte a través de la proyección en las historias y personajes.

¿Por qué haces teatro?

Surge en mi desde muy pequeño, quizá por ser el pequeño de una familia en la que mis hermanos mayores eran bastante más mayores que yo, jugué mucho solo de niño, me inventaba universos, historias. Ya en el colegio hice mis pinitos en las representaciones de Navidad creando mis propios espectáculos. Recuerdo que hice un pequeño performance uniendo varios monólogos de Segismundo…

¿Qué balance haces de tu trayectoria como actor?

Tengo la sensación de haber pasado por un jardín muy rico y variado, probando distintos tipos de frutas, muy distintas. He aprendido mucho de grandes maestros, y sigo aprendiendo, estudiando y entrenando. He trabajado mucho y duro pero he disfrutado muchísimo con ello. Me encantaría que siguiera así, con continuidad y con cada vez más libertad e independencia creativa.

¿Cómo surge el proyecto de Terapia definitiva?

Llevaba desde el 99 interpretando, en los huecos entre trabajos, mi anterior trabajo en solitario ”Salvaje!!!” y cayó en mis manos un texto de Jacopo Fo “Cerebros verdes fritos”, un ensayo sobre la estupidez humana y sus partes adyacentes, que me pareció revelador y divertido. Y en seguida sentí la necesidad de compartirlo.

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Háblanos de la obra…

Es un divertidísimo, acido y clarividente recorrido por la estupidez humana, en la historia, en las relaciones de pareja, en la política. De donde procede y sus posibles soluciones …

¿Cómo fue el proceso de creación?

Empecé trabajando sobre el texto, haciéndolo propio y añadiendo aspectos que me apetecía desarrollar, luego fui trabajando con una cámara de video, haciendo un acercamiento a la puesta en escena, desde un presupuesto muy físico que es como me gusta trabajar cuando hago cosas por mi cuenta. Posteriormente se unió el resto del equipo creativo, Jorge Muñoz y Eugenia Manzanera para ayudarme a la puesta en escena, Gloria San Vicente como asesora gestual, Vicente Fuentes con el texto, Eugenio Uñon con la música…

¿Hay algún referente técnico o artístico del que has partido para crear Terapia definitiva?

Desde luego, mis referentes básicos son Dario Fo  y su sentido de juglaría, de hecho yo me formé en Italia con Antonio Fava, discípulo de Lecoq y del propio Fo, Pepe Rubianes y su empatía y desparpajo, la precisión y la potencia de Steven Berckof…

¿Qué balances haces de tus últimos trabajos como actor en teatro?

He tenido mucha suerte con trabajos que me han hecho crecer y me han dado la posibilidad de mostrar otras facetas y salir de posibles encasillamientos. Estoy muy agradecido a Eduardo Vasco y Ana Zamora por darme mi primer protagonista con enjundia en el teatro madrileño “Don Duardos”, un trabajo muy complejo y que recuerdo con especial cariño, a Perez de la Fuente por Segismundo, poder interpretar a Segismundo en la Volksbüne de Berlín y en el Piccolo de Milán son algunos de los regalos que me deparó este trabajo, Tomaz Pandur “En la Caida de los dioses”,Andrés Lima en “Tito Andrónico” y Adolfo Fernandez en “19,30” son grandes directores de los que he aprendido y con los que he disfrutado mucho. Y por supuesto el encuentro con Miguel del Arco en “De ratones y hombres”, él me ha dado la oportunidad de sumergirme en un personaje con una complejidad y arco emocional y empatía increíbles, una joya, y la relación en escena que hemos vivido Roberto Álamo y yo es otro de mis grandes hitos personales y profesionales de mis últimos años.

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¿Cómo preparas los personajes?

Primero doy mucha importancia al proceso de investigación, busco muchas referencias, cinematográficas, literarias, plásticas. Trabajo mucho la entidad psicológica del personaje a través de los eneatipos e intento descubrirlo dentro de mi. Luego suelo trabajar con Jorge Muñoz haciendo un análisis exhaustivo y empezando a transitar las escenas, buscando el arco emocional, sumergiéndome en detalles físicos, de vestuario etc. Con Vicente Fuentes suelo profundizar en el trabajo de texto y personaje. Intento llegar a los ensayos cargado a tope para poder ofrecer material a los compañeros y al director. Y luego a volar….

¿Qué función crees que ha de tener hoy el teatro para la sociedad en la que vivimos?

Como decía el poeta, hacer sentir, hacer soñar, arrancar las almas del fango de la rutina… La sociedad necesita ser conmovida, se necesita la catarsis más que nunca.

¿Crees que afectará mucho la subida del I.V.A. y los recortes al teatro?

Ya lo ha hecho, entre otras cosas el teatro independiente, excepto heróicas iniciativas, ha sido barrido. Una pena, porque era la base del tejido cultural-teatral de este país.

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¿Alguna sugerencia para seguir creando en tiempos de crisis?

Seguir luchando con amor e ilusión ofreciendo a la gente lo mejor que tengamos. Disfrutar con lo que hacemos. Y buscar nuevas vías, las hay. Lo bueno de todo esto es que estamos viviendo un momento creativo electrizante. Estamos por encima de las realidades económicas, somos mucho más que eso…

¿Qué obra de teatro has visto últimamente?¿Qué te pareció?

“Deseo” de Miguel del Arco, una demostración de que el teatro puede ser comercial y de calidad.

¿Proyectos?

Seguiré de gira con “La terapia definitiva” y compaginando distintos proyectos televisivos.

Estoy trabajando en un nuevo espectáculo unipersonal sobre  mitología griega. Un espectáculo divertido y políticamente cañero sobre los dioses antiguos y los nuevos, esos que suben y bajan la prima cuando les sale de las narices. Estoy disfrutando de un equipo creativo estupendo, Jorge Muñoz, Alberto Iglesias, Pep Molina…

En otoño estaré con Pepe Viyuela en una versión estupenda de Bernardo Sánchez de “El baile” de Neville dirigida por Luis Olmos.

Un abrazo enorme con todo mi amor y energía!!!

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