María Velasco: Detesto el entretenimiento.
¿Cómo surgen los proyectos dramatúrgicos y de dirección que han presentado este año?…
Cada uno tiene un punto de partida. “Günter” (dentro del ciclo ETC, de Cuarta Pared) es un viejo proyecto, de 2009, rescatado; “El Banquete” cumple ahora un año, habiendo sido estrenado en el Fringe 2013, y lo concebí con la directora Sonia Sebastián, mano a mano; “Intimidad” (Surge Madrid) fue un trabajo menos “comprometido” de adaptación y colaboración con Simbiontes Teatro; “Manlet”, ahora en cartel en la Nave 73, es una grata sorpresa: la directora, Inés Piñole, rescató el texto y lo montó por su cuenta, dando a luz una hermosa propuesta.
¿Cómo fue el proceso de ETC con los actores?…
Generalmente trabajo con actores de mi confianza, con los que comparto una trayectoria mínima. A veces el “casting” no es el ideal, sin embargo esto garantiza que la comunicación sea fluida y que no “escatimemos” riesgos en el proceso. Me gustan los actores-creadores, con iniciativa y creatividad. Mi carrera está unida a la de Aarón Lobato juntos creamos la firma “Pecado de Hybris”.
¿Cómo fue el trabajo de documentación sobre el tema antes de empezar a escribir?…
Descubrí la obra de Günter Brus, en la cual se inspira el texto, en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. Sentí un deslumbramiento. Una conexión. Desde entonces prestaba atención a todo lo que tenía que ver con el Movimiento Accionista que se desarrolló en Viena en los años 60 (de Goya y el expresionismo al arte de acción, pasando por la crueldad artaudiana). A partir del “metarelato” de las vanguardias de los años sesenta era posible pensarnos como artistas.
¿Cómo ha sido el proceso del texto a la puesta en escena?…
Ha consistido, en parte, en olvidar la puesta en escena que tenía en mente cuando lo concebí. Buscar imágenes que, sin emular la plástica del Accionismo, partían del mismo subsuelo conceptual. Me he acompañado de un codirector, Diego Domínguez, que aportaba cierta objetividad y frescura a un proyecto “masticado” a lo largo de años. Como tenemos miedo de la “violencia” en escena, preferimos generar imágenes poéticas y efectistas.
¿Ha cambiado tu visión del texto a partir de la lectura hecha en la puesta en escena?…
Siempre rehago mis textos en función de las puestas en escena, aunque las dirija yo misma. Los textos se publican y, de esa manera, se osifican, y no me disgusta, es romántico. Pero el teatro permite dar rienda suelta a la obsesión relacionada con la revisión que compartimos los escritores de todos los géneros. Cada montaje es la excusa para un replanteamiento.
¿Cómo ha sido el proceso de varios autores en El Banquete?…
Creamos un molde, o una estructura englobante. Nunca pretendimos que se tratara de una obra homogénea, sino que dimos prioridad a las texturas. Cinco discursos sobre el amor y cinco plumas. Parte de la gracia de la obra está en la heterogeneidad. Para que esa heterogeneidad fuera “organizada” y “conciliada” hicieron falta muchas reuniones y diálogos. Cuando la escritura colectiva (respetando todas y cada una de las individualidades) funciona, se produce algo mágico. Uno empieza a creer en lo “asambleario”.
¿Participas siempre del proceso de puesta en escena de tus textos?…
Lo intento. No lo puedo evitar, es como una enfermedad. Sin embargo, no creo que sea la única vía. A veces se sobrevalora. Inés Piñole, por ejemplo, ha hecho una lectura muy fidedigna de mi texto “Manlet” sin haber mantenido una sola conversación conmigo. A veces dedicamos demasiado tiempo a “teorizar” y a las “relaciones públicas”. No hay que olvidar la dimensión solitaria del trabajo del escritor, por mucho que el teatro sea un trabajo en grupo.
¿Crees que ha habido crecimiento técnico en lo actoral y la puesta en escena para abordar textos contemporáneos?…
Desde luego. Considero que la literatura dramática –cuando es estimulante- sirve, como decía Heiner Müller, para sugerir desafíos, forzar los ingenios y recursos de la interpretación y la puesta en escena. No es algo exclusivo de la contemporaneidad. Tiene más que ver con un “modo” que desafía el academicismo y el realismo para abordar lo “impresentable” (Lyotard).
¿Se potencia el aprendizaje contemporáneo en las escuelas?…
No demasiado. En la RESAD, por ejemplo, se echa de menos una “apertura” hacia la investigación artística contemporánea. A menudo, se justifica su cerrazón porque la escuela, como su propio nombre indica, es de arte dramático… pero lo posdramático y lo performativo hunden sus raíces en el mismo sustrato. No podemos ignorar una tendencia viva.
¿Cómo ves las nuevas generaciones de creadores?…
En general, creo que hace falta más compromiso y radicalidad. Y me incluyo. Somos demasiado tibios. Hacemos cultura, pero raras veces arte. En el teatro, concretamente, seguimos yendo a la zaga de la música y de las artes plásticas. Seguimos sin sacudirnos al pariente pobre del drama.
¿Están surgiendo nuevos valores en la dramaturgia?…
Disfruto mucho leyendo a algunos de mis contemporáneos (José Manuel Mora, Alberto Conejero, Antonio de Paco…). Infinitamente más que con muchos clásicos. Falta perspectiva (histórica). Sin embargo creo que es un buen momento para la escritura de los países hispanoparlantes. Hace poco con ocasión de un ciclo de textos noruegos organizado por Draftinn y el Teatro Español unos nórdicos nos comentaban sus facilidades económicas para el desarrollo de nuevas dramaturgias, pero hablaban casi con celo de la “crisis”, o el dolor como acicate creativo.
¿Qué opinas sobre el Festival Surge Madrid?…
Creo que hay más cantidad que calidad. Que se ha hecho con poco “mimo” y un gran desconocimiento de los déficits y demandas de la profesión teatral. Se trata de una primera edición… confío en que pueda mejorar.
¿Qué opinas de los espacios no convencionales que están apareciendo en Madrid?…
Por una parte, una cierta ebullición es inherente a la multiplicación de estos espacios. Por otra, empezamos a estar sobrados de salas que ofrecen poco más que unos metros cuadrados, con escasa dotación técnica e infraestructura, y sin un organigrama para la producción o la distribución, etcétera.
¿Qué sentido ha de tener el teatro hoy?…
Rabia. Detesto el entretenimiento. En los tiempos que corren me parece un insulto a la inteligencia.
Alguna sugerencia para crear en tiempos de crisis…
Considerar que la crisis es un momento para el riesgo.
¿Qué obra de teatro has visto últimamente que te haya interesado? ¿Qué te pareció?…
Me gustó mucho “La cena del rey Baltasar”, dirigida por Carlos Tuñón, en la Sala Kubik. Exprimía toda la vigencia del auto sacramental de Calderón. Un gran guiñol de las pasiones humanas. Ardo en deseos de ver qué puede hacer este director con un texto contemporáneo; tampoco puedo dejar de mencionar la propuesta escénica de Inés Piñole sobre “Manlet”, no por el texto, sino por la rigurosísima dirección de actores, la economía de las imágenes, y su elegancia.
¿Proyectos?…
El 1 de julio, en el marco del Orgullo Gay, se estrena “Infamia”, una dramaturgia sobre textos de Oscar Wilde que se centra en los procesos judiciales por los cuales fue condenado por sodomía a dos años de prisión y trabajos forzados. Es un seudomusical de pequeño formato, dirigido por Diego Domínguez y protagonizado con Richard Collins Moore, con el que hice migas en mi experiencia de Escritos en Escena en el CDN. Por lo demás, el proyecto más personal que tengo entre manos tiene que ver con un texto autobiográfico, “Líbrate de las cosas hermosas que te deseo”, que se presenta la próxima temporada en Cuarta Pared dirigido por Jorge Sánchez.
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17 de junio de 2014 | Categorías: ENTREVISTAS | Tags: 'Surge Madrid', Aarón Lobato, Alberto Conejero, Antonio de Paco, “Infamia”, “Líbrate de las cosas hermosas que te deseo”, “Pecado de Hybris”., Carlos Tuñón, cdn, ciclo ETC, cuarta pared, Diego Domínguez, Draftinn, El banquete, Escritos en Escena, Fringe 2013, Günter, Günter Brus, Heiner Müller, Inés Piñole, Intimidad, Jorge Sánchez, José Manuel Mora, La cena del rey Baltasar, Movimiento Accionista, Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, Nave 73, orgullo gay, Oscar Wilde, RESAD, Richard Collins Moore, SALA KUBIK, Simbiontes Teatro; “Manlet”, Sonia Sebastián, TEATRO ESPAÑOL | Deja un comentario
Miquel Insua nos habla sobre sus trabajos interpretativos
¿Qué es el teatro para ti?…
El teatro nació de la comunidad y sigue siendo un ritual comunitario. En el teatro nos encontramos para compartir.
¿Por qué haces teatro?…
El teatro explora lo que significa ser humano. Y la humanidad no es una cosa natural, es una cosa que nosotros construimos. Lo mismo que la justicia. Nuestra concepción básica de lo que es la humanidad lleva el germen de la corrupción desde la Biblia, que nos narra como pecadores. Esa energía psíquica milenaria nos persigue. La literatura y los noticiarios nos narran diciendo lo malos que somos. Vivimos en una sociedad que maltrata a diario la imagen del hombre. Para mi, el teatro es un proyecto humano dónde trato de encontrar respuestas a una pregunta, ¿Cómo ser humanos en un mundo asolado por la guerra y por la injusticia social?.
¿Qué balance haces de tu trayectoria como actor?…
El balance lo hacen los presupuestos de acción, las historias con las que te acabas comprometiendo. Llevo un año encadenando proyectos, tanto en el cine como en el teatro. En el teatro, he trabajado textos de Lola Blasco, María Velasco y Sergio Martínez Vila. Y en el cine con Carlos Vermut, Borja Cobeaga, Juan Cavestany o Nacho Vigalondo. Y, curiosamente, casi todas interrogan o dan cuenta de los mecanismos del sistema para deshumanizarnos.
Háblanos de los últimos montajes en los que has participado.
Hace un año, en el CDN, me propusieron uno de los retos más grandes de carrera como actor. Interpreté a una transexual en La Ceremonia de la confusión de María Velasco, con dirección de Jesús Cracio. El texto interrogaba a la generación de la movida desde el movimiento de los indignados del 15M, y mi personaje acababa desmontando la cuestión de género. Después llego un regalazo, abordé a Sócrates en El banquete, que estrenamos en el Fringe y que ahora volvemos a reponer en el Ateneo. Uno del os mejores monólogos que ha llegado a mis manos, escrito por Sergio Martínez Vila. Y, pasado el verano, Carlos Aladro me propuso participar en el Don Juan, de Zorrilla. Un montaje multimedia para Alcalá de Henares. Ahí descubrí lo sagrado del teatro. El viaje culminó en la Huerta del Obispo del Palacio Arzobispal, el 31 de octubre y el 1 de noviembre, ante 20.000 personas en silencio, durante dos horas. Después hicimos Perfiles, de Sergio Martínez Vila, en La casa de la portera. La obra planteaba como en el mundo virtual el Otro desaparece y el sistema nos va convirtiendo en máquinas. Estuvimos cuatro meses reflexionando sobre esas máquinas que llevamos en los bolsillos y que lo aceleran todo pero que no pueden asegurar nuestra humanidad. Y, los dos últimos montajes fueron en el escenario de la Cuarta Pared. Günter, un destripador en Viena, de María Velasco. Un montaje sobre el accionista vienés Günter Brus y sus autolesiones para despertar a la sociedad de su tiempo. Un trabajo que entronca con nuestra actualidad, con la dificultad para renovar en el ámbito del arte y de lo social. Y En defensa( un concierto de despedida), de Lola Blasco. Luis Paniagua compuso la música original del concierto, una elegía para despedir a los jóvenes que abandonan el país, por falta de trabajo. Un montaje de investigación para renovar el teatro político a partir de Brecht y de Piscator. Y una toma de conciencia sobre la resistencia que habitamos. La revolución de las ideas se corresponde con la de las formas y de las estéticas.
¿Cómo surge El Banquete, el proyecto que vais a presentar en el Ateneo?…
La idea de hacer El banquete surge de María Velasco, que coordinó a la dramaturgia, y de Sonia Sebastián, que se encargó de la dirección. Cinco dramaturgos: Alberto Conejero, Elena Lombao, Ana R. Costa, Sergio Martínez Vila y María Velasco, reescribieron los discursos del amor, a partir del original de Platón.
¿Cómo fue el proceso de creación?…
Escritos los discursos, Sonia Sebastián ofreció a los dramaturgos la posibilidad de que propusieran a los actores que podían interpretar sus discursos. Una vez formado el equipo, hicimos exploratorios sobre la clase social a la que podían pertenecer estos filósofos, su manera de comportarse en este tipo de reuniones y las posibles relaciones que podían surgir entre los comensales. Siempre con la comida de por medio o distintas catas de vinos. El equipo se compactó en seguida, la verdad. Y el resto, con la batuta de la Sebastián, fue rodado.
¿Hay algún referente técnico o artístico del que has partido, para crear tu personaje?…
A Sócrates lo condenaron por corromper a los jóvenes… Situé su juventud, la década en la que podía haber forjado sus cimientos, en el movimiento hippie, Todavía estamos bebiendo de la revolución sexual de los años sesenta, del amor libre, la marihuana, la experimentación con los alucinógenos y de todo un mundo sonoro. Se instaló una canción y un tempo: Across the universe, de los Beatles. Nothings gonna change my world…
¿Cómo preparas los personajes?…
Suelo trazar momentos de su biografía que le marcaron cambios de conciencia. Trato de documentarme todo lo que puedo y estar alerta de lo que me va dando la vida diaria. Para mi, lo importante es aproximarme a su carácter, sentir de dónde nace el discurso que trata de sostener y de su estado de conciencia en el momento que entra en acción.
¿Qué función crees que debe tener el teatro para la sociedad en la que vivimos? …
Vivimos la desaparición del especio público, de reunión. Cada día estamos más dispersos y el bombardeo de la información crea confusión. Creo que el teatro nos convoca para sacarnos del ruido del mundo y abrirnos un poco más los ojos a una verdad secreta. Esa que fecunda la conciencia. Tenemos que empezar por entender que sentido nos damos nosotros a nosotros mismos para saber qué tipo de sociedad queremos. Y el sentido también debe aprenderse, nos una cosa natural.
¿Te interesan las propuestas combativas y políticas?…
Claro que sí. Las ideas que mueven al hombre entroncan con la situación política en las que esas ideas se gestaron. Ahora que la democracia no nos ayuda porque no hay una verdadera comunidad, que estamos divididos por la economía, sin objetivos comunes, el teatro tendría que ser más abiertamente político. Es el momento de repensarse. Si no ahora, ¿cuándo?.
La Subida del IVA…
Tratan de hacer daño a la cultura y, por tanto, a la identidad del país. Nos duele, pero no nos paran.
Alguna sugerencia para seguir creando en tiempos de crisis…
En vez de crisis di resistencia. Estamos en una resistencia y hay que planificar la resistencia. La otra palabra puede llegar a paralizarte.
Qué obra de teatro has visto últimamente? ¿Qué te pareció?…
Citaría el repertorio de Pablo Messiez. Me interesa lo que cuenta, como lo cuenta, los climas que crea y adónde viajo como espectador.
Proyectos.
Tenemos Los bárbaros como distribuidora y como compañía. El proyecto es crear más visibilidad a la dramaturgia contemporánea; y más amortización del trabajo. Lo más inmediato, el estreno de Perfiles en escenario a la italiana. El 5 de abril, en La Elipa. Nos vamos de bolos con Günter, un destripador en Viena, a Burgos. Seguiremos en Madrid con El Banquete. Y estamos con la pre-producción de El arte de la guerra, una versión de Sergio Martínez Vila sobre el original de Sun Tzu.
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26 de marzo de 2014 | Categorías: ENTREVISTAS | Tags: Across the universe, Alberto Conejero, Alcalá de Henares, Ana R. Costa, Ateneo, ‘El arte de la guerra’, Beatles., BORJA COBEAGA, Carlos Aladro, Carlos Vermut, cdn, cuarta pared, El banquete, Elena Lombao, En defensa( un concierto de despedida), fringe, Günter, Günter Brus, Huerta del Obispo del Palacio Arzobispal, Jesús Cracio, Juan Cavestany, LA CASA DE LA PORTERA, La Ceremonia de la confusión, Lola Blasco, Los bárbaros, Luis Paniagua, María Velasco, Miquel Insua, Nacho Vigalondo, pablo messiez, Perfiles, Sergio Martínez Vila, Sonia Sebastián, Sun Tzu | Deja un comentario
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