«La Ola», creada por Marc Montserrat Drukker e Ignacio García May a partir del experimento real de Ron Jones, en el CDN
California, en los años sesenta. La guerra del Vietnam, la música rock y las marchas antirracistas del doctor Luther King están en todas las conversaciones. Ron Jones, joven y carismático profesor de un instituto, intenta enseñar a sus alumnos de historia cómo pudo forjarse la sociedad que dio pie, en la Alemania de los años treinta y cuarenta, al nazismo y a los campos de concentración. Para ello pone en marcha un experimento: durante varias semanas los muchachos de la clase deberán seguir unas reglas estrictas que les permitirán experimentar, desde dentro, y en primera persona, lo fácil que es convertirse en parte de un aparato totalitario. Los chicos aceptan, primero a regañadientes, y luego con progresivo entusiasmo, hasta el punto de que el pequeño experimento amenaza con írsele a Jones de las manos… Esta es la descripción de dónde empieza y porque este experimento sociológico. No explica cómo termina y tampoco lo voy a hacer yo aquí aunque estén agotadas todas las localidades para las funciones que quedan por realizarse en el Teatro Valle Inclán de Madrid. La Ola tardó en funcionar por parte del público pero, el boca a boca, debió alarmar sobre un espectáculo que era de visión obligada. Porque hay funciones que son mucho más que una obra de teatro, son experiencias que se hacen para que la sociedad pueda reflexionar profundamente sobre cómo funcionamos individualmente y como lo hacemos en colectividad. Formamos o deformamos, creo que ese es el dilema real. No somos conscientes de lo importante que es una buena educación en valores, emocional y ética. La línea entre la tolerancia y la falta de ella es muy delgada y si se atraviesa, el riesgo es mucho. Creo que, aunque está situada en un tiempo concreto y en otro país, podemos entender que este peligro está siempre latente y que podemos acostarnos un día siendo un ser racional y levantarnos recuperando nuestro animal profundo. Este tipo de espectáculos debería estar eternamente en los teatros y ser de visión obligada por dirigentes, profesores y sociedad en general.
Adolfo Simón
Mark Hancock en el CDN
Mark Hancock,
integrante original en el experimento de
La ola,
en el Centro Dramático Nacional
ENCUENTRO CON EL PÚBLICO (Teatro Valle-Inclán)
Sábado 21 de febrero de 2014, después de la representación
Mark Hancock con el equipo artístico del espectáculo
LUNES CON VOZ (Teatro Valle-Inclán)
Lunes 23 de febrero de 2014, a las 20 horas
Con Mark Hancock, Amelia Valcárcel,
Ignacio García May y Marc Montserrat Drukker
Tomás Moro en el Centro de Arte Fernán Gómez
El Centro de Arte Fernán Gómez, presenta estos días la obra de Shakespeare y otro autores Tomás Moro, una utopía, bajo la dirección de Tamzin Townsed, un personaje como Moro bien conocido por su vida y su obra, ejemplo de quien de la nada llega a todo y por su coherencia cae en desgracia y es decapitado, nunca es fácil llevarlo a las tablas, Townsend nos presenta un estupendo texto adaptado magníficamente por Ignacio García May, con escenografía de Ricardo Sánchez Cuesta, aparentemente simple, que alcanza algunos momentos de brillante dramatismo, el vestuario de Gabriela Salaverri nos traslada a la época y los audiovisuales de Joan Rodón nos deja memoria de las películas de esa época y de los lugares por donde transitan los personajes, y el fuego, la escena del incendio es espléndida. Una propuesta que hace un mix anacrónico y resulta creíble. Ángel Ruiz, experto narrador, José Luis Patiño, nos llega a conmover, Manu Hernández que transita perfectamente por sus personajes y una fuerza de la naturaleza que brilla per se, Silvia de Pé, convincente, fuerte y valiente, con la rebeldía asomándose por todos sus poros, el resto del elenco estupendo, una función que merece ser vista por mucha gente, aunque no sea más que por llenarse los ojos de ese colorido y por descubrir que la coherencia siempre termina condenada, hace quinientos años y ahora, prueba de ello lo que estamos viviendo.
Ángel Savín.
José Manuel Mora nos habla del proyecto Draft.inn y sus últimos textos.
¿Cómo surgió el proyecto de Draft.inn?…¿Cuáles son sus objetivos y sus líneas de actuación?…¿Quiénes formáis el equipo?… Fue amor a primera vista, una experiencia muy poética. Me hablaron de un lugar muy especial en Ventas que había sido una imprenta. En cuanto lo vimos, mi socio Javier Bastías (actual director adjunto) y yo, no paramos hasta conseguirlo. Rápidamente tuvimos la visión de convertir ese espacio semi-abandonado en lo que hoy es Draftinn, un lugar para el intercambio artístico y la creación. Un espacio para dar y recibir, para modificarse profundamente a través del otro y su expresión artística. Ante todo, un espacio para lo humano y la transmisión de conocimientos y experiencias vitales transformadoras. Pretendemos que sea una “posada” para el arte en general, no solamente para las artes escénicas. Queremos albergar la semilla del arte del mañana y acoger a esas voces que formarán el tejido artístico del futuro próximo.Todos los integrantes del proyecto provenimos del mundo de las artes escénicas y, aunque hemos crecido exponencialmente este primer año, somos un grupo pequeño de personas trabajando muchas horas al día. El núcleo principal de Draft.inn lo formamos Javier Bastías y yo (director adjunto y director respectivamente), Carlota Ferrer (asesora artística), Jacob Amo y Montse Gabriel (coordinación artística), Rafaella Marques (relaciones internacionales) y Apolonia Mora (diseño). Tenemos además varios colaboradores artísticos de gran prestigio como Alejandro Tantanián, Ignacio García May, Fernando Soto o Salva Bolta. A este equipo habría que añadir a la empresa Cultproject que gracias al premio de un concurso gestionan toda nuestra comunicación a nivel internacional.
¿Cómo ha sido el proceso de puesta en marcha?…
No ha sido un proceso fácil. Ante la falta de apoyo institucional hemos tenido que levantar el proyecto literalmente con nuestras propias manos. La verdad es que sin la inmensa generosidad de las personas que han puesto su alma en Draft.inn este proyecto no hubiese despegado jamás. Estoy profundamente agradecido a ellos y, una vez más, esto me demuestra que a pesar de todo la gente es maravillosa y tremendamente generosa cuando un proyecto les ilusiona de verdad.
¿Es un espacio abierto a propuestas de otros profesionales que no formen parte de Draft-in?…
¡Por supuesto! Eso es lo que deseamos, que nos lleguen propuestas interesantes de artistas de todo el mundo que tengan cosas que decir y una voz única. En este sentido, en Draft.inn, hemos creado un programa de residencias internacionales dirigidas a profesionales de las artes escénicas (directores, dramaturgos, autores, escenógrafos, actores, bailarines…) que necesiten un lugar donde desarrollar sus trabajos. El escenógrafo sueco, Paul Sebastián, inaugurará este programa el próximo mes de julio.
¿Es necesario, hoy en día, encontrar un espacio de trabajo propio para poder desarrollar proyectos personales?¿Son necesarios equipos estables de creación y gestión para lograr realizar proyectos diferentes y alternativos?…
Draft.inn surge precisamente de esta necesidad. Es un sumidero de creadores, donde el objetivo es dar voz y proyección a los que, creemos, puedan ser referentes en el futuro. Por otra parte, nosotros también necesitamos este espacio para poder realizar nuestros proyectos personales. Draft.inn es un espacio de libertad, un terreno en el que plantar semillas y poder controlar y modificar el proceso de crecimiento y florecimiento. Con respecto a los equipos creativos y de gestión cultural, es necesario que haya un núcleo estable y sobretodo absolutamente profesional como es nuestro caso. En cada parcela contamos con profesionales que potencian y hacen más grande Draft.inn. Sin embargo, debido al rápido crecimiento que estamos experimentando, pronto será necesario también que vaya entrando sangre nueva en el equipo, gente con ideas y con fe en el proyecto que pueda hacer crecer Draft.inn y llevarlo a lo más alto.
¿Qué balance haces de tus últimos proyectos como director y autor?…
Muy positivo. Mis obras se han traducido al francés, inglés, alemán y serbio. Y la verdad es que estoy muy contento del resultado escénico de mis últimas obras: Autopsia (dirigida por Fernando Soto dentro del último Festival de escena Contemporánea) y La melancolía de King Kong (dirigida por Carlota Ferrer en el Teatro de la Abadía).
¿Cómo ves el panorama teatral en nuestro país?…¿En nuestra ciudad?…
No te voy a negar lo evidente, es una situación entristecedora y bastante oscura. Atravesamos un mal momento para las artes en general. Este sector está siendo maltratado y no hay oportunidades de trabajo para muchos artistas y creadores. El poder considera la cultura como un producto de lujo y eso es muy peligroso porque el crecimiento de un país se cimenta sobre todo en los pilares de la educación y la cutura. No obstante, creo que no hay que dejarse llevar por el desánimo, eso sería lo más fácil, y hay que mantenerse en pie como guerreros. La falta de dinero no puede paralizarnos ni ser una excusa para no hacer cosas. Estamos en un momento complejo pero maravilloso desde el punto de vista creativo y los ojos del artista deben estar alerta, bien abiertos, porque las cosas cambiarán y entonces estaremos listos para florecer. Hay que sembrar mucho y rodearse de gente con ganas y talento para dar voz a los proyectos y llevarlos adelante. Hay que atreverse y tirarse al vacío sin red.
¿Crees que el aumento del IVA y los recortes perjudicarán al teatro?…
Ya se están viendo las consecuencias tanto en el cine como en el teatro. La gente no acude a las salas porque sencillamente ir al teatro se ha convertido en un lujo que no puede permitirse. Es muy triste pero es así. Las grandes producciones que antes estaban en los teatros más importantes han pasado al off y las del off al off-off. Estamos reviviendo un florecimiento de las microsalas pero en realidad esto conlleva precariedad para los artistas y la imposibilidad de hacer montajes como deberían hacerse. Nos lo están poniendo muy difícil. Al destruir el tejido cultural hay que trabajar de otra manera, con colaboraciones, con el crowfounding, con ayudas de familiares y amigos porque sino no hay manera.
¿Qué obra has visto últimamente que te interesase?¿Por qué?…
Pues últimamente he visto “Esperando a Godot” en el teatro Valle Inclán y me ha encantado, es un montaje fantástico, muy interesante de Alfredo Sanzol. Lo recomiendo a todo el mundo. Después me pareció muy interesante “Fragmente” del sueco Lars Norén en el teatro de la Abadía. Hacía tiempo que no veía un lenguaje tan innovador sobre el escenario.
¿Alguna idea para seguir creando en estos tiempos de crisis?…
La fe, el entusiasmo, la fuerza, la seguridad absoluta de tener un lugar reservado a nuestra voz y a nuestra forma de entender el mundo. No veo otra manera de sobrevivir a la crisis que no sea a través de la creación y del trabajo en equipo. Es el mejor momento para crear. Este punto de nuestra historia encierra una libertad increíble que desconocemos y a veces no usamos a nuestro favor. El arte es una forma de vida, un antídoto contra el desánimo general y la mejor manera de mantenerse a flote, activo, para que cuando los vientos nos favorezcan estemos preparados.
¿Qué función crees que ha de tener el teatro para la sociedad de hoy?…
La principal función del teatro es, desde luego, entretener pero sobretodo permitir un espacio de libertad, de reflexión y de concienciación de uno mismo y de su entorno. No deja de ser un catalizador de la emoción, de la vida misma. Una concentración de experiencias vitales dentro de una sala bajo circunstancias imaginarias. También creo que el teatro tiene una función integradora porque permite darse cuenta de que formamos parte de este trocito de la historia y lo queramos o no debemos interactuar con él. Las preguntas que el teatro debe hacer son: ¿Qué decidimos entregar de nosotros mismos? ¿Qué vas a entregar de ti al tiempo en el que te ha tocado vivir? En ese momento se activan mecanismos muy profundos y muy personales. La revolución que pretende el teatro es muy íntima y desde esta intimidad puede crecer y extrapolarse a la sociedad pero parte de un punto muy personal.
¿Proyectos?…
Primero de todo trabajar en la expansión internacional de Draft.inn por lo que me espera un año cargado de viajes. En cuanto a la escritura tengo muchos proyectos en fase embrionaria. De citarte uno, me gustaría hablarte de una obra sobre superhéroes que estoy escribiendo y que se estrenará en septiembre. Este texto es un elogio de lo raro y lo diferente, de la necesidad del otro en un mundo individualista y de las cosas pequeñas frente a la violencia que ejerce lo inmenso en nuestras vidas. Cuando la rentabilidad económica atraviesa las fronteras más íntimas, nadie está a salvo de convertirse en un superhéroe. En este proyecto va a colaborar en la escritura un joven dramaturgo y director con muchísimo talento, Jacob Amo. Por otro lado ando inmerso en una versión libre a partir del zoo de cristal de T. Williams que dirigirá Carlota Ferrer (una directora a la que admiro profundamente y con la que aprendo muchísimo) y concluyendo un texto breve que se estrenará junto al trabajo de otros autores contemporáneos.
El show de Kafka con Luisa Martín en el Teatro Amaya
El show de Kafka con Luisa Martín en el Teatro Amaya
Versión libre de Ignacio García May sobre Informe para una academia de Franz Kafka
Dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuente
Informe para una academia es un bombón tentador para cualquier actor porque permite un buen ejercicio interpretativo, todos los grandes actores han sucumbido a él, pero nunca, que yo sepa, se había interpretado por una actriz, en esta ocasión, además, por una gran actriz de larga trayectoria. La última vez que vimos en nuestros escenarios a Luisa Martín fue como la madre de los Conway, en el anterior montaje de Pérez de la Fuente, allí daba vida a una señora de alta alcurnia con una familia bastante conflictiva…Aquí, en El show de Kafka, da un giro radical como solo las grandes lo realizan y se mete, arriesgando al máximo, en la piel de este simio que ha de dar cuenta de su «civilización» mientras se le cuela por momentos, inevitablemente, el animal que lleva dentro. La propuesta es muy sencilla, este ser «evolucionado» ha sido galardonado y tras recibir el premio por su evolución, es entrevistada sobre su vida actual. Hay un guiño a como se entiende la grandeza hoy en día, ese minuto de gloria miserable conseguido en los medios de comunicación rosa, a sucumbir a la imitación del que consigue todo con el mínimo esfuerzo. Luisa Martín realiza un exquisito trabajo en el que pone su cuerpo al servicio de una mostruosidad de diseño, con un físico marcado por heridas y golpes. Es un placer seguir disfrutando de las actrices funambulistas de nuestra escena, siempre dispuestas a dar el salto más difícil.
Adolfo Simón
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