Revista digital de Artes escénicas -Año 12º-

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Enrique VIII y La cisma de Inglaterra de Calderón de la Barca en la Compañía Nacional de Teatro Clásico

Ignacio García, el director de este montaje propone una puesta en escena sobria y oscura, tratando de mostrarnos el clima de traiciones y abusos que había en aquella época…Tiempo de intolerancia y despropósitos que provocaron muchos cambios, generado una herencia que anima a los poderosos a pensar que el lugar donde imprimir solidaridad y respeto se convierta en un espacio para el uso particular y partidista de los derechos, algo que sigue ocurriendo hoy en día. El reparto está conjuntado aunque las apariciones de Sergio Peris-Mencheta suben el tono y la energía de la obra. Un espectáculo que sigue con coherencia la programación de la CNTC.
Adolfo Simón

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Jesús Barranco: El teatro es el único medio por él que descubro que tiene sentido la realidad.

JESUSITOB  ¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?…¿Realizaste otras facetas además de la actuación?…
Conocí el teatro alrededor de los 16 años. Por un lado estudiando clases particulares en con una actriz que me enseñaba a decir textos de La Gaviota de Chejov, y por otro realizando talleres con Andrey Skandera, director polaco que durante años llevó al Escuela municipal de teatro de Segovia. Gracias a estas dos epifanías pude formar parte enseguida del elenco de dos compañías amateur que han marcado mi doble trayectoria como actor: Picatrix, una compañía dirigida por dos actores experimentales que abandonaron la RESAD, y Los Amigos de Real Coliseo de San Lorenzo del Escorial con los que ensayaba piezas de repertorio.

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Simultáneamente a mis descubrimientos como intérprete realizaba trabajos de camarero, encargado de supermercado, dispensador de sellos en un despacho de quinielas, estudiando filología hispánica y dando clases de teatralidad a niños. Después de estas empresas y licenciado en filología, alrededor de los 24 años realicé un pacto con mi madre por él cual pude desarrollar mis estudios en Arte Dramático, a cambio de su apoyo económico y emocional. Durante estos años fue fundamental el trabajo y la compañía de Domingo Ortega con el que formé el grupo de creación Blenamiboá (que este año cumple los 20 años) y mis descubrimientos al lado Luca Aprea del teatro de movimiento, de nuevo dos epifanías que supusieron dos nuevo inicios artísticos. Este periodo de fudamentación de la poética personal terminó con el primer contrato como trabajador asalariado en el Teatro de la Abadía.

barranco1¿Qué es el teatro para ti?…¿Por qué haces teatro?…
El teatro es el único medio por él que descubro que tiene sentido la realidad. La realidad, digo la realidad más absoluta, sea el que sea, en el escenario adquiere sentido. Considero el teatro, y por extensión las “artes vivas”, una oportunidad para ser y comprenderme como ciudadano. No tengo miedo a decir que es un acto que se organiza entre lo terapéutico, lo comunitario y lo artesanal.

JESUSITO0¿Qué balance harías sobre tu trayectoria?…
En estos momentos de la mitad de mi vida, ¡!, podría afirmar tres certezas, que no balances, sobre mi trabajo como actor. La primera certeza, a la que también he llegado cuando he dirigido piezas escénicas, es que creo que la naturaleza creadora del intérprete está al entero servicio de las propuestas de los otros, ya sean directores, ya sean acompañantes. He atestiguado que puedo no estar de acuerdo con las propuestas formales de los que están fuera mirando mi cuerpo, pero siempre siento un profundo respeto por lo que quieren contar, y esto me hace entrar en diálogo artístico. Y cuando hablo de respeto hablo del aprendizaje que supone entregarse. Me alucina tomar partido por todo aquello que me hace no ser yo, que me hace no estar sólo en mi discurso.
La segunda certeza es que he debido aceptar que soy un actor fronterizo, dispuesto a vivir entre el teatro de repertorio dentro de elencos institucionales, y las propuestas experimentales en espacios no siempre convencionales. Podría denominarme también como artista mediador, actor chaquetero, chapero o monje obediente. No soy capaz de hacer balance sobre que trabajos se han visto contaminados por los otros, si mi trabajo como actor de elencos grandes se ha visto pervertido por la libertad creadora de mis piezas más personales, o si las piezas más personales que comparto con amigos se han visto expuestas a la tentación de la excelencia y el virtuosismo.
Y una tercera certeza es: creo en el amateurismo como primer impulso para enfrentarme a la creación y evitar en lo posible los prejuicios que invoca la experiencia. El amateurismo como una conciencia de fragilidad del estatus profesional y como una tentación constante por el desapego.

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¿Qué función crees que ha de tener el teatro para la sociedad de hoy?…
Siento que la función que le queda al teatro es de reivindicar el rito como acto revolucionario, como una práctica de convivencia real que permita no tener miedo al otro. No creo en el teatro como un lugar de masas, creo en la ingenua posibilidad de que aún dos personas desconocidas pueden ponerse una delante de la otra y hacer e imaginar una tregua para auto-denunciarse juntos.

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¿En qué proyectos has participado durante el último año?…Háblanos de ellos…
He formando parte del elenco de Los Macbez, una pieza dirigida por Andrés Lima. Una versión de Juan Cavestany sobre el texto de Shakespeare situada en la Galicia contemporánea. Ha estado en gira desde que terminó la temporada en el CDN en junio de 2014.
Este año he podido cuestionarme mis incapacidades personales como intérprete en la pieza Mi Piedra Rosetta de José Ramón Fernández, dirigida por David Ojeda con su compañía Palmyra Teatro.
Desde septiembre de este 2014 estoy en un proyecto ideado por Santiago Ortiz para reflexionar sobre la distopía. Es un proyecto de investigación a largo plazo en el que estamos unas 13 personas trabajando sobre un supuesto “reality” televisivo en una sociedad de ciencia ficción. Es un proyecto interdisciplinar entre el net.art, el video y las artes escénicas.
También inicié un grupo de investigación llamado Investro -artes plásticas y escénicas- con otros compañeros con el que estamos desarrollando un lenguaje de entrenamiento propio que tiene su sede en el Teatro Fronterizo del barrio de Lavapiés.
Con el colectivo Armadillo, con el que llevo trabajando desde hace diez años, hemos estrenado en Teatro Pradillo la última pieza, 66 ejercicios de estilo, inspirado en el libro Ejercicios de estilo de Raymond Queneau. Un trabajo en el que mi gran compañero Raúl Marcos y yo, ponemos en cuestión si el estilo es o no una falacia efímera. Ahora iniciamos el recorrido de su distribución y cuestionamiento como pieza en los contextos que nos quieran.
Formo parte de La cena del rey Baltasar, un auto sacramental de Calderón de la Barca que ha dirigido y adaptado Carlos Tuñón, con él que estamos los lunes en la sala Kubik en el barrio de Usera de Madrid. La pieza para doce comensales es una revisión no religiosa de lo sacro.

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¿Cómo surgió tu participación en el montaje de La cena del Rey Baltasar?…Háblanos de este trabajo…
El proyecto se inició como un trabajo de investigación del director Carlos Tuñón de final de 3º año en la asignatura de verso de la RESAD. Se mostró en un aula durante una semana y la experiencia quiso que fuéramos programados en una sala de exhibición con público no especializado. Iniciamos la temporada pasada en Kubik y después fue seleccionado en el Off del Festival de Almagro.
Para mi concretamente el trabajo empezó siendo un impulso entre el entrenamiento y la duda. Era enorme la ilusión de trabajar con compañeros jóvenes en edad y experiencia profesional, pero también me sentía frágil a la exposición. Tuve que enfrentarme a la energía actoral de esos cuerpos jóvenes, y la exigencia de estar inmóvil y tener la palabra como la única acción. Siempre estuve acompañado de Carlos, de alguna manera él quiso que pusiera en práctica las investigaciones que había realizado años pasados con el cuerpo moribundo en el proyecto fedón 2004.2010. Tuve que volver a entrar en el cuerpo que espera morirse. Para mi encarnar Baltasar los lunes a las 21:00 h. en Kubik es siempre una oportunidad para desapegarme del concepto de trabajo bien hecho y entrar en el terreno de la experiencia conjunta con el espectador. Es una manera de dialogar entre los límites -verso y partitura física- y el abismo de descubrirme distinto, sin la conciencia de las huellas pasadas. Siempre que realizamos la pieza descubrimos que se hace distinta ante la cercana visión del público. Para mi es la pieza es una oportunidad para cuestionarme la autonomía frente a la divinidad.

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¿Cómo creas tus personajes?…¿Tienes un método?…
Últimamente cuando reflexiono sobre la metodología para trabajar, para crear una artesanía diaria, llego al convencimiento, nunca a la verdad, de que es el entrenamiento del cuerpo y del imaginario la privada locura. Entrenar por la calle, en la sala de trabajo, en las funciones, en la escucha de los otros, y no desde la obsesión por lo concreto, sino en la absoluta reacción. Para mi el trabajo actoral no es tanto la creación de personajes como el descubrimiento de personas en mi, incluso a riesgo de no entrar en los perfiles que te solicitan desde fuera. Creo tanto en el juego como en la posesión, y si estas dos herramientas están a la par, la realidad es inevitable. No sé si hablo de método como de procedimiento para conocer la realidad e incrementarla como dice Gadamer a propósito de la representación.

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¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?…
Creo que sobre todo afectan a la pérdida del riesgo artístico tanto del creador, del programador como del espectador. Ante esta medida ya no hay confianza en la propuesta artística, sino en la inversión que vaya a tener beneficios. Parece que como artistas del medio teatral tuviéramos que estar siempre dando explicaciones de cada paso para ser solventes. También considero que este aumento injusto del IVA es también una manera de alarmar por parte de la clase política sobre lo caprichoso del trabajo artístico.

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¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado?¿Por qué?…
Este final de año he visto dos montajes inspirados en la ciudad de Berlín que me han dejado muy removido: Berlín no es tuyo de Ricardo Santana con texto de Alejandro Moreno (estrenado en Teatro Pradillo el 27 de noviembre); y Desde Berlín de Andrés Lima (estrenado en Las Naves del Matadero el 5 de noviembre). El primero porque el intérprete y creador Santana se apodera de un testimonio sin ningún tipo de reivindicación ideológica, sino dejando que la palabra y el juego sencillo sean armas para dejar que el dolor sea respirado por los espectadores sin darse cuenta. El segundo por lo contrario, por la entrega al dolor sin prejuicios de los intérpretes -Natalie Poa y Pablo Derqui- en un acto de recreación, de construcción continua como una larga canción. Las dos piezas usan Berlín para hablar de la imposibilidad del amor sublimado, para hablar del amor decadente, del amor como una fuente de dolor abusiva. Parece que las dos piezas son dos maneras de enfrentar el canon teatral de esta ciudad de Madrid, que siempre es bipolar, entre las narraciones recreadas y los conceptos vividos. Las dos tienen calidad suficiente para ser vistas por el mismo público, pero el mismo público no se acerca a ver las dos.

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¿Proyectos?…
Ahora estoy empezando en un proyecto sobre la necesidad de la cooperación internacional al desarrollo. Está apoyado por Oxfam. Trabajo con varios compañeros del colectivo Armadillo y junto a otros creadores madrileños. Es una re-lectura de El alma buena de Sezuan de Brecht para tratar de entender lo bueno y lo malo en el duelo países ricos-países empobrecidos. Creemos que puede ser una manera de reflexionar sobre la neutralidad del ciudadano de a pie ante el desconocimiento de la ayuda económica que no dan nuestros gobiernos.
Iniciaré el año que viene con un proyecto de creación entre las artes visuales y la música electro-acústica con Marta Azparren y Sergio Blardony.
De nuevo bajo las órdenes de Carlos Tuñón el mismo elenco del Baltasar nos enfrentamos un nuevo auto sacramental: El hospital de los Locos de Valdivieso.
Junto a dos compañeros del Teatro de La Abadía, Daniel Moreno y Jorge Gourpegui, estamos insertos en un proyecto de formación e investigación que hemos denominado Fuso Negro, espacio de investigación en artes escénicas.
Y continuo mis trabajos de investigación en doctorado en la Universidad Autónoma de Madrid sobre la representación y sus niveles en artes vivas.

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¿Alguna sugerencia para seguir creando en tiempos de crisis?…
Asumiendo lo mesiánico de este acto, diría que es importante entender el día a día como la única ambición posible. Asumir que la crisis es una naturaleza más del momento en el que vivimos, y no tanto una excusa para ser posibilista. En estos momentos mi experiencia es que no es tan cierto el compromiso político como el compromiso ideológico con lo artesano. Considero que es importante asumir la dignidad del trabajo artístico como la asume cualquier otro trabajador consciente de que es ciudadano. Claro que la industria cultural no es considerada por nuestro gobierno como una prioridad para el conocimiento, por lo que es importante, y más ahora, crear un contexto de resistencia personal e íntima para posibilitar que nuestros conciudadanos se apropien de las preguntas de las perguntas, y sienta que el arte es una necesidad tan segura como la sanidad, el salario, la diversión o el plan de pensiones.

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VANESSA MARTÍNEZ nos habla de sus experiencias para la escena

vane¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?…¿Realizaste otras facetas además de la dirección?…
Yo aterricé en el teatro a través de la ópera. Estudié la carrera de canto y durante bastante tiempo me dediqué a la lírica. De hecho, cuando empecé a estudiar interpretación actoral con Juan Pastor en la escuela Guindalera tenía toda la intención de aplicar esos conocimientos a la construcción de mis personajes operísticos, pero en el camino descubrí que mis ideas sobre la puesta en escena en ópera no encontraban reflejo en la realidad escénica que me circundaba, y decidí estudiar dirección para cambiar esa realidad. Con tan noble intención comencé la carrera de dirección de escena en la RESAD. Y durante ese viaje apareció Shakespeare y apareció el teatro del siglo de oro español, y entendí que aquello que amaba en la ópera (la forma musical) era el sustrato del teatro clásico, en especial del teatro en verso. Así que he estado compaginando la dirección de teatro clásico y ópera durante 12 años, aplicando lo aprendido en un medio al otro, y viceversa.

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¿Tu trayectoria en el teatro lo has compatibilizado con otros trabajos?…
Sí, muchos. Como estudié magisterio en la especialidad de educación musical, he sido profesora de música en colegios. Guardo especial recuerdo de mi experiencia de cinco años en el colegio Estilo, dirigido por la gran pedagoga Josefina Aldecoa, de quien tanto aprendí. Pero sin duda de quien más aprendí fue de los niños: digerí su capacidad de asociación libre, su ausencia de preconceptos, su vivencia del proceso por encima del resultado… Además he seguido trabajando como soprano, en producciones propias y ajenas, y también he sido directora de coro. Uno de los trabajos que más me ha gustado y que ha sido un compendio de mi formación teatral y musical, ha sido la dirección musical del espectáculo “En este vida todo es verdad y todo es mentira” de Calderón de la Barca para la CNTC, dirigido escénicamente por Ernesto Caballero, hacia quien no tengo suficientes palabras de agradecimiento. Luego repetimos formato en “Montenegro” para el CDN, donde me atribuyó las funciones de entrenamiento vocal y arreglos corales. Todo aquello que fusione música y teatro es el mejor de los paisajes para mi.

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¿Qué balance harías sobre tu s trabajos?…Háblanos de los montajes más significativos…
El balance, con perspectiva, es inmejorable. Llevo 12 años trabajando y he dirigido más de 20 espectáculos teatrales y más de 10 óperas. Todo ello surge, por supuesto, de la inversión vital, económica y emocional de los dos componentes de Teatro Defondo, que somos Pablo Huetos, (productor, actor y alma mater) y yo. Esta inversión no siempre ha sido productiva a corto plazo pero me ha permitido aprender mucho y muy deprisa, desarrollar todo mi imaginario, sin restricciones, sin mediadores, con una confianza y una ilusión algo suicida. Todo ha sido muy intenso, todos los espectáculos son hijos míos. Incluso algunos que al principio sentía como ajenos, cuando el día del estreno me senté en el patio de butacas, me quedé con la boca abierta. “¡Pero si yo estoy ahí, y no me había visto!”.
Si tuviera que elegir tres espectáculos especialmente relevantes para mi serían:
1. “El maestro de danzar” de Lope de Vega, mi primer clásico español, mis primeros pre-mios como directora, mi primera gira grande.
2. “Mucho ruido y pocas nueces”, de W. Shakespeare, mi primer Shakespeare (vinieron tres mas, ¡y todos los que quedan!), con el elenco más grande que he dirigido en teatro hasta la fecha, y aderezado con la maravillosa presencia de Will Keen como asesor y maestro, de quien tantísimo he aprendido.
3. Y finalmente “Don Giovanni” de W. A. Mozart, que tuve la enorme suerte de dirigir en gran formato en el Templo de Debod delante de 1000 personas. Este espectáculo fue probablemente el más personal de todos los que dirigí. Cuando tenía 18 años y empezaba a cantar, mucho antes de saber que yo alguna vez sería directora de escena, escuchaba incesantemente Don Giovanni y lo imaginaba todo en mi cabeza, intención por intención, escenario tras escenario, incluso me hice una especie de (entonces ni sabía lo que era) cuaderno de dirección con diagramas de movimientos escénicos. Almacenaba esa ópera desde hacía 15 años cuando finalmente la estrené. Fue un proceso increíble, los dos elencos ensayaron dos meses y medio 7 horas diarias… Conseguí realizar, gracias a un equipo de cantantes jóvenes talentosísismos (entre los que destaca el grandísimo barítono mejicano Manuel Gorka) el Don Giovanni que existía en mi cabeza. Verlo estrenado fue una emoción muy intensa.

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¿Cómo surgen las ideas y los proyectos en los que te embarcas?¿Qué te anima a participar en ellos?…
Mi motor es siempre el amor. Yo me enamoro de los textos, o de las músicas, y entonces empiezo a generar imágenes y sonidos. Mi devoción por la forma, adquirida a través de mi trayectoria en la lírica, me decanta por aquello que revela un enorme contenido a través de una forma estricta y perfecta. El cómo es para mi tan importante como el qué. Y creo que he hallado en Shakespeare y en Mozart el balance perfecto entre los dos.

¿Ha sido importante tener unos colaboradores habituales en los equipos artísticos y técnicos?…
Ha sido vital. He tenido la inmensa fortuna de contar con compañeros/as maravillosos en mi carrera: Pablo Huetos, por supuesto, y una enorme cantidad de actores fantásticos como Pedro Santos, Mon Ceballos, Gemma Solé, Javier Román, Celia Nadal, Maya Reyes, Vicente Colomar, Carmen Gutiérrez… seguro que me olvido muchos. Ellos han sido mis maestros y mis compañeros, hemos podido crear un grupo más o menos estable de “habituales de Teatro Defondo” del que nos sentimos orgullosos.

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¿En qué proyectos has participado durante el último año?…
Esta temporada pasada la comencé estrenando en el Teatro de la Maestranza el espectáculo “Dos pianos con Pasión”, que escribí y dirigí, interpretado por Pasión Vega junto al Dúo Del Valle, y que se acaba de estrenar en el Teatro de la Zarzuela de Madrid este pasado 20 de mayo. Después dirigí escénicamente dos veces en el Teatro Real: la primera fue “El hombre que se llamaba Amadé”, sobre la vida de Mozart, y la segunda un espectáculo titulado “A mis amigos”, un regalo del gran Jose Manuel Zapata donde colaboró José Mercé, Emilio Aragón, Rocío Márquez, Cecilia Gómez… A continuación estrenamos nuestro proyecto estrella para este año con Teatro Defondo: “La Opera del Malandro” de Chico Buarque, que estrenamos en Madrid este próximo 6 de junio en el Teatro Fernán Gómez. Y continuamos con la gira del “Sueño de una noche de verano” de W. Shakespeare, que parece que nos va a seguir dando muchas alegrías en 2015 después de las 70 funciones que lleva ya. Mucho trabajo, mucho teatro, mucha música… como te decía, ¡el mejor de los paisajes!.

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Háblanos del proyecto de La ópera del Malandro…¿Cómo surgió este proyecto?… ¿Cómo ha sido el proceso?…
Este proyecto surge como todos los demás, surge del amor. Conocí hace año y medio la obra de Chico Buarque y me quedé sin aliento. Entre toda su producción una pieza llamó poderosamente mi atención, por su música deliciosa y compleja y por su poesía y sus imá-genes de altísimo nivel, que dibujaban el sentir de la sensualidad femenina de un modo que yo jamás había escuchado; la canción se llama “O meu amor”. Cuando empiezo a investigar sobre la canción en internet veo que la letra tiene indicado el nombre de dos personajes, Teresinha y Lucia. Y descubro que pertenece a una obra de teatro musical llamada “La opera del Malandro”. Como yo ya había dirigido “La opera de los tres peniques” de Bertold Brecht, entendí la asociación inmediatamente: ¡aquel era el dúo del segundo acto entre Polly y Lucy! Muy emocionada por el descubrimiento me hice con el texto completo (en portugués, no estaba aún traducida al castellano) y descubrí que tal y como sospechaba Chico Buarque escribe en 1978 una brillante versión del original brechtiano (a su vez versión de John Gay) ambientada en el barrio de Lapa de Rio de Janeiro en los años cuarenta, en plena dictadura de Getulio Vargas. El texto era pura dinamita, descarado, actual, rítmico… una vez más, la forma perfecta. Y la música era sencillamente deslumbrante. Era para mi la oportunidad perfecta para hacer realidad un antiguo sueño: reivindicar el género del “teatro musical», tan vilipendiado por los márgenes comerciales de nuestra profesión. Este es un GRAN musical, de texto preciso, personajes definidos, argumento vertiginoso, poética sorprendente y con una calidad musical digna del autor de música popular brasileña más importante de su generación.
El proceso fue muy intenso: comenzó con un taller de música brasileña y repertorio impartidos por Pedro Moreno(director musical) y Mario Bidart (maestro repertorista y especialista en canto popular brasileño) en la Casa do Brasil. Entre los participantes del taller seleccionamos a los nueve actores/cantantes que compondrían en elenco. Tras un mes de barbecho acometimos un proceso de ensayos largo y denso, complejo por la propia idiosincrasia de la obra. No puedo estar más contenta del resultado.

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¿Qué proyectos tienes entre manos?…
De manera inmediata dirijo mi primer espectáculo de danza. Es una versión de “El Principito” en el que firmo la versión y la dirección escénica, y la coreografía es del gran bailarín José Tirado. Estaremos ensayando en los Teatro del Canal todo el mes de julio.
La temporada que viene tengo dos cosas en perspectiva: la primera es la siguiente produc-ción de Teatro Defondo, que será casi con toda seguridad un Shakespeare aún no estrenado en España. Recuperaremos todos nuestros espectáculos shakespirianos ya estrenados (“Mucho ruido y pocas nueces”, “Macbeth”, “La Tempestad” y “El Sueño de una noche de verano”) y haremos un ciclo Shakespeare para gira con las cinco funciones y un elenco estable. Al estilo inglés…
El tercero de los proyectos, quizá uno de los más importantes de mi carrera, que gracias a Dios ya está confirmado y cerrado, es para abril de 2015 pero aún no puedo revelar nada sobre él. Seguro que a no mucho tardar sabréis de qué se trata.

¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?…
Está siendo un tsunami destructor, como casi todas las iniciativas que sobre cultura se están tomando de un tiempo a esta parte. Ya no somos empresas teatrales, es imposible tener beneficios, y mucho menos con un espectáculo que da trabajo a nueve actores, cuatro músicos y tres técnicos. Ahora somos devotos teatrales. La profesión se está devaluando, se trabaja de cualquier manera a cualquier precio.

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¿Cómo ves la realidad teatral en Madrid?…
No comparto el optimismo generalizado. Hay mucho teatro de mala calidad, con pocos medios, muy mal pagado. El teatro low cost es exactamente eso, teatro barato. Salvo para los tres o cuatro tocados por la mano de los centros de producción nacionales, la ausencia de tejido teatral profesional nos supone una mengua, no un acicate.

¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado?¿Por qué?…
Ejemplar “Novecento” del compañero Raul Fuertes con el gran Miguel Rellán. Tiene la escenografía más cara del mundo.
Muy emotivo “Ay, Carmela” del compañero Pepe Bornás. Historias bien contadas, con compromiso e ideas. Eso es teatro.
“Viaje a ninguna parte”, interesante concepción espacial, correcto el trabajo con los actores, donde sobresalía claramente el maestro Antonio Gil.
Si en algún lugar de España coincidís con la gira de “Barroqueros”, la macarrada más culta de José Manuel Zapata, no dudéis en llevar a todosvuestros hijos para iniciarles en la música antigua.

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¿Alguna sugerencia para seguir creando en tiempos de crisis?…
1. No conformarse con “hacer lo que se pueda”.
2. No devaluar la profesión; ergo, no devaluarse a uno mismo.
3. Conservar el espíritu crítico.
4. Conservar la dignidad.
5. No olvidar que no somos las circunstancias que vivimos, sino las elecciones que hace-mos en esas circunstancias.


XXII Festival de teatro Don Quijote en París

El Festival de teatro Don Quijote de París celebra su vigésimo segunda edición del 17 al 30 de noviembre. Nueve compañías pondrán en escena, en el Instituo Cervantes y el Teatro Café de la Danse de la ciudad de la luz otras tantas obras de auores como Alfredo Sanzol, Almudena Grandes, Lope de Vega o Calderón de la Barca.
Más info en: http://www.accioncultural.es/es/festival_don_quijote_22_edicion

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Una propuesta sobre EL GRAN TEATRO DEL MUNDO en el Matadero

Al menos, una vez, en el programa de mano y el cartel dejan claro que no vamos a ver la obra escrita por Calderón de la Barca sino una versión libre de Carlos Saura. Y se agradece porque, en aras de la modernidad, se realizan verdaderos disparates sobre obras clásicas dejando solo la responsabilidad al autor que la escribió cuando, moviendo escenas, cortando textos o añadiendo parlamentos, finalmente puede aparecer una propuesta dramatúrgica que poco tenga que ver con la original. Aquí, Carlos Saura ha querido situar el texto de Calderón en un ensayo previo a la representación, añadiendo momentos de discusión o ajuste sobre cómo hacer la obra, esta idea de teatro dentro del teatro suele ser efectiva y dar buenos resultados, aquí no consigue clarificar lo que el autor nos quiere contar, más bien complejiza el discurso de Calderón con los trasiegos de actores y preparativos del estreno. Hay momentos de plasticidad y audiovisuales muy sugerentes, algo lógico ya que firma la puesta en escena un gran director de cine.

Adolfo Simón

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Otro gran teatro del mundo en la Compañía Nacional de Teatro Clásico

Ha pasado mucho tiempo desde la creación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico sin que se haya realizado ninguna producción o programación destinada al público familiar. Por fin, estas navidades, se ha presentado una propuesta para los más pequeños de la casa: Otro gran teatro del mundo, una comedia musical para público a partir de seis años. La adaptación de la obra de Calderón de la Barca la ha realizado Antonio Muñoz de Mesa y la ha dirigido Olga Margallo. Daba gusto ver como el patio de butacas conectaba con un clásico a través de lenguajes actuales. Sin duda habrá que esperar que la nueva dirección del teatro siga teniendo en cuenta a los que serán los espectadores del mañana.
Simón Ribes

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La vida es sueño de Calderón de la Barca en la Compañía Nacional de Teatro Clásico

La vida es sueño de Calderón de la Barca en la Compañía Nacional de Teatro Clásico
Versión de Juan Mayorga – Dirección de escena de Helena Pimenta.

La vida es sueño es probablemente la obra cumbre de nuestro teatro clásico, es un texto que consigue elevar filosóficamente a todos los que entran en sus entrañas literarias. Juan Mayorga ha hecho una versión sútil con la que acerca el texto a nuestra época, algo que se agradece porque se mantiene la obra original evitando que suene museística para el público de hoy. Pocas veces hay la oportunidad de ver tanto talento reunido en una producción…el vestuario, la luz y el espacio escénico se fusionan para conseguir una propuesta plástica fantástica, por momentos, asistimos a imágenes surgidas del Museo del Prado. Pero para que un texto o un cuadro cobre vida, han de entrar en juego los actores, los magos de la escena, sin ellos las ideas se quedan planas, han de poner en juego su imaginario y su sangre para que todo adquiera sentido y aquí, todos, desde Blanca Portillo hasta la figuración, están en estado de gracia. El teatro es un oficio de artesanos, si cada pieza o plano no suma, el resultado es desastroso, sin embargo, en esta nueva mirada escénica sobre La vida es sueño, todas las piezas de un complejo mecanismo de relojería encajan y el nivel de coherencia que hay en todo el espectáculo tiene una responsable, Helena Pimenta, que aquí, consigue uno de sus trabajos más impresionantes y bellos.
ADOLFO SIMÓN


«Entremeses Barrocos»

COMPAÑÍA NACIONAL DE TEATRO CLÁSICO
Teatro Pavón
«Entremeses Barrocos»
Autores: P. Calderón de la Barca, B. de Quirós y A. Moreto. Versión: L. García Araus.
Dirección: P. Valenciano, E. Marinas, A. Galán y H. del Saz.

Los entremeses en las bodas suelen ser variados, y éstos que nos presenta la CNTC así lo son y como en las bodas nos hablan de AMOR. Unos entreseses suelen estar buenos y otros no tanto pero lo importante es la impresión final. Con una puesta en escena agradable, sorprendente y moderna nos introducen en la idea del amor barroco trasladándola hasta nuestros días en forma de banda de Rock, aunque no de Rock barroco sino hard rock a lo AC/DC, también de blues o de pop a lo Madonna seguón van transcurriendo esta variedad de entremeses.
La propuesta es válida aunque nos hace la cabeza un lío con tanto entremés, entresijo y mojiganga y esto hace que pensemos que es mejor desconectar y parar de analizar qué autor están poniendo en escena y dejarse llevar por lo que nos cuentan intentando ver la unidad de la obra en la que han intervenido cuatro directores.
Los artistas nos hacen entrar bien pronto en ese mundo barroco y divertido provocando las risas de la sala desde el principio y haciéndonos entender bien el verso. No podemos negar que la Compañía tiene unos profesionales que interpretan con soltura a estos clásicos del Siglo de Oro. Destaca Juan el Rana, de Toni Misó que solía representar un conocido actor barroco llamado Cosme Pérez.

Luis Mª García Grande.

compañia nacional teatro clásico

El Juan Rana de Toni Misó